P. W. R.
Domingo, 3 de agosto 2008, 02:01
Las reuniones ya han comenzado, se celebran desde hace semanas. Parece que todos, Leoncio Collado, Diego Ferra y José Segura, tienen claro que los votos no llegan a las urnas por sí solos, sino que hay que darles un buen empujoncito hasta posibilitar que entren por la rendija.
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Pero antes, hay que recorrer, palmo a palmo el municipio, visitando a los posibles futuros compromisarios para contarles cuáles son sus planteamientos hasta 2011 para intentar que el despacho de la Alcaldía de la Plaza de España vuelva a ser de color rojo.
Leoncio Collado juega a ser el candidato oficialista, aunque recordemos que algunos que ya practicaron este deporte, no alcanzaron la cumbre, ya que otros ¯menos aventajados¯ aprovecharon el río revuelto para hacerse con la ganancia de pescadores. Hoy, afortunadamente para ellos, están por encima del bien y del mal, ocupando un escaño en el gobierno regional y esperando tiempos mejores.
Es por lo que Collado iniciará contactos no sólo con los posibles votantes, sino también con sus contricantes. Él mismo lo aseguraba a La Verdad, señalando que cree en una única lista que aúne ideas y esfuerzos. Curiosamente, a la pregunta de si incluso por encima de su candidatura, su respuesta no sea afirmativa, sino que titubea diciendo que «eso lo tiene que arrojar el proceso».
Diego Ferra parece el corredor mejor situado. No le faltan apoyos, incluso dentro del grupo municipal socialista. Por cierto, que éste podría sumirse en los próximos meses en una crisis, ya que dentro de él se encuentran dos de los tres contrincantes. Además, se dice que Ferra contaría con el apoyo de Francisco Ruiz Alviar, destacado estratega que sabe bien situarse en la fila más adelantada en cada momento.
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El tercero en discordia es José Segura, del que se dice que es aire fresco que intenta entrar por las rendijas que dejan los dinosaurios que aún no están dispuestos a abandonar la sede de la Agrupación Socialista Lorquina. Su mejor carta de presentación es el apoyo de los jóvenes que piden un cambio, con afilidos que no lleven pesados lastres y que puedan hablar sin miedo a que alguien salga a la palestra y les calle la boca con recuerdos del pasado. ...Y mientras, ¿qué pensará Miguel Navarro?.
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