
Una parte de zumo de tamarindos, una parte de pepino, una parte de licor de naranjas amargas, dos partes de zumo de grosellas y frambuesas frescas, dos partes del mejor vodka y un matiz de guindilla. El maestro barman Javier de las Muelas, capaz de elaborar combinados hasta con plantas carnívoras, tenía muy claro que el Cóctel Francina debía ser de un color rojo carmín, el rouge con el que Francina Díaz lleva rubricando desde hace 25 años su labor al frente de una agencia de modelos que siempre se ha mantenido entre las primeras de España.
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La Luna llena, la brisa envolvente, la música de jazz... Todo parecía confeccionado a medida para la fiesta que se celebró al aire libre, junto a los exquisitos mármoles del edificio que el arquitecto Mies van der Rohe diseñó como pabellón de Alemania para la Expo barcelonesa de 1929. «Ha venido todo el mundo», repetía emocionada la anfitriona, saludando sin tregua a diseñadoras como Purificación García y Guillermina Baeza, a estilistas como Lluís Llongueras y Jorge de la Garza, a fotógrafos como Manuel Outumuro y a políticos como Artur Mas, que acudió con su mujer, Helena Rakosnik. Se celebraban las bodas de plata de la agencia de Francina y ella se vistió de ese color, con un traje de un solo tirante cortado directamente sobre su cuerpo por Joaquín Pérez Valette a partir de una pieza de tela. «Algo -comentó orgullosa- que ya no se hace».
Francina Díaz Mestre nació en Albi (Francia), pero llegó a Barcelona siendo un bebé de nueve meses. Entró en el mundo de la moda a los 16 años. «Hay modelos que no son seres humanos, pero ella lo es», recalcó esa noche el diseñador Joaquín Verdú, que la conoció cuando él era apenas un aprendiz de Pedro Rodríguez y ella la maniquí favorita del gran maestro. Francina, a juicio de Verdú, «tenía un punto andrógino, anguloso, que la hacía distinta. Era algo así como la Bimba Bosé de su época. O más aún, una especie de Greta Garbo».
A los veinte años se instaló en París para prestar su imagen a la firma Lanvin y se convirtió en la primera modelo española en internacionalizar su trabajo. Su rostro, que también recuerda un poco al de Angelica Houston, apareció en numerosas campañas de publicidad. En los sesenta y setenta llegó a anunciarlo casi todo: camisas Ike, Tergal, Gallina Blanca, Playtex, La Lechera...
En 1976 puso fin a su carrera activa como modelo y en 1983 creó Francina International Modeling Agency, de donde han salido 'tops' como Judit Mascó, Marta Español, Mónica Van Campen o Carla Collado. Algunas de ellas acudieron a la fiesta aniversario. «La honestidad. Eso es lo que distingue a nuestra empresa. Eso y que somos una agencia con alma. Aquí a las chicas no se las trata como a un producto», explicaba la principal colaboradora de Francina. «Si eres seria, te sabe mover muy bien», afirmó Tiffany, una jovencísima modelo francesa.
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Mar Saura, que también salió de esa cantera, quiso estar presente en la fiesta y dicen que hizo lo imposible por acudir, pero finalmente un rodaje le impidió volar a Barcelona. Sí asistió en cambio Mabel Lozano, que nunca estuvo en la agencia, pero la conoce de primera mano, a través de su mejor amiga. «Estoy preparando otro documental sobre mujeres. No voy a desvelar el tema, pero sí que esta vez se rodará en España», contó la actriz. «Como madre trabajadora -añadió al ser preguntada por sus gemelos-, ¿qué puedo decir? Pues que me organizo fatal, como todas. Nuestros hijos están pasando los sarampiones en las guarderías».
La noche avanzaba y el cóctel creado por De las Muelas iba surtiendo su efecto... «Le he puesto pepino -contaba su autor- para darle un toque irreverente y gamberro. Y la guindilla es porque hay que echarle un poco de picante, un poco de México a la vida». En otro animado corrillo, se comparaba a las modelos de antes, «mucho más agradecidas y dóciles», con las de ahora «que lo saben todo». Francina comentó que «las que están muy de moda ahora mismo son las brasileñas. Y a mí -precisó-, me encantan, porque son mujeres de verdad, con curvas, y tienen una personalidad muy alegre. Nada que ver con las rusas, mucho más frías, difíciles y cerradas».
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La velada llegó a su punto álgido cuando, contra una pared de mármol travertino erigida por Van der Rohe, se proyectó un documental sobre la trayectoria profesional de Francina. «No tengo edad», afirmaba ella, irónica, al finalizar la proyección. La ex maniquí anunció que prepara ya un libro autobiográfico. «Durante todo este tiempo -confesó emocionada-, he intentado sobre todo una cosa: no perder el norte. Y creo que lo he conseguido».
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