Llevaba más de treinta años en la Región de Murcia y aún hacía reír a sus amigos con su peculiar uso del idioma español, trufado de 'palabros' y giros imposibles. Una dificultad para dominar el castellano, común en tantos anglosajones, que sin embargo no le impidió convertirse en un ornitólogo querido y muy respetado en el ámbito local. El británico Richard Howard falleció el 19 de agosto a causa de una bronconeumonía en Benfleet (Essex, a 50 kilómetros de Londres), en el domicilio de su madre. Sus muchos amigos están desolados por la repentina desaparición de un buen tipo que ayudó a divulgar la gran riqueza de aves de la Comunidad Autónoma.
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Llegó a la Región por primera vez en 1984, primero en viajes intermitentes a La Manga Club por motivos profesionales, y se quedó a vivir dos años más tarde. Su profesión era actualmente la de agente de seguros, dedicado a la numerosa comunidad de extranjeros residente en Los Belones (Cartagena), pero vivía por las aves.
«Era un excelente y paciente observador; si por ejemplo había un grupo de limícolas o gaviotas, siempre iba mirando una a una para ver si encontraba alguna rareza, algo que lograba a menudo debido a su forma de observar, tan innovadora para nosotros. Solía contar las aves que había en el grupo, de una en una, porque decía que era una forma de fijarse en todas y así poder descubrir alguna diferencia. En realidad, cambió la forma que teníamos aquí de observar las aves, en eso creo que tuvo una gran influencia en nosotros», recuerda desde el Mar Menor su amigo Pepe Navarro.
Richard Howard formaba parte del grupo de expertos que, de forma desinteresada, realiza los censos de aves en la Región. Junto con sus compañeros de madrugones y aguardos, alimentó durante años el Anuario Ornitológico de la Región, la base de datos que permite seguir la evolución de las poblaciones de cada especie.
Fotógrafo y bloguero –murciabirder.blogspot.com–, y muy activo en los foros de 'pajareros', todos le recuerdan como un entusiasta del 'birdwatching' siempre dispuesto a compartir sus conocimientos y sus hallazgos: «Nos ayudó en muchas ocasiones a identificar especies mediante fotos que le enviábamos. Algunas de ellas raras, como por ejemplo la primera cita de aguilucho papialbo en el Mar Menor, o la única cita de gaviota Bonaparte que hay en la Región», relata Navarro, quien también recuerda su generosidad: «Siempre decía que las aves son de todos, no se guardaba datos a no ser que fueran muy sensibles».
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Le gustaba observar especialmente limícolas y paseriformes, y tenía como aves favoritas el ampelis europeo –'Bombycilla garrulus'– y en general todas las de la familia de los falaropos.
Naturalista y anillador con más de cuarenta años de experiencia –se inició en los años setenta del siglo pasado en las reservas naturales británicas–, solo dejó su gran afición, durante unos años, cuando llegó a España y no encontraba compañeros con quienes salir al campo; también para centrarse en el cuidado y la educación de su hijo, contó en una entrevista a José Manuel Escarabajal, de Birdingmurcia.
Su campo de acción era el Mar Menor, Cabo de Palos, las Salinas de Marchamalo y en ocasiones Calblanque, aunque últimamente barajaba trasladarse a vivir a Tarifa para disfrutar del espectáculo de las grandes migraciones. Una ilusión que iluminó los últimos días de su vida.
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