La presencia notoria de medusas en el Mar Menor ha llegado en el peor momento posible para los municipios ribereños:en el arranque de la ... temporada turística, en plena ola de calor y con miles de vecinos y visitantes deseosos de disfrutar del baño en unas aguas que muestran unos parámetros de calidad aceptables, dentro de la mala situación general de la laguna.
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Por este motivo, y pese a la postura contraria de los científicos, tres de los cuatro ayuntamientos ribereños –Cartagena, San Javier y San Pedro del Pinatar– han decidido pedir al Gobierno regional que instale las tradicionales redes antimedusas para evitar que los celentéreos lleguen de forma masiva hasta las zonas de baño y se conviertan en un incordio para los veraneantes, confirman estos consistorios a preguntas de LA VERDAD.
¿Estaría justificada esta medida? La Consejería de Medio Ambiente, Mar Menor, Universidades e Investigación informa a este diario de que «cuando los ayuntamientos se pronuncien de manera oficial se valorará la situación para adoptar la decisión más optima». El consistorio de San Pedro del Pinatar asegura que reclamó esta actuación el jueves de la semana pasada.
Los Alcázares descarta, «salvo un episodio de proliferación masiva», una medida de protección que se puso en práctica por primera vez en 1998. El año pasado, sin embargo, y después de más de dos décadas de colocación ininterumpida, el verano se inició sin redes porque apenas había medusas y para facilitar la retirada de biomasa, en ese momento la prioridad del Ejecutivo regional para mejorar el estado del Mar Menor. Aunque, a mitad de la temporada turística, San Pedro del Pinatar las solicitó por una proliferación puntual en sus playas de Villananitos y la Puntica.
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El último verano de instalación completa de redes antimedusas fue el de 2021, cuando se colocaron a lo largo de 43 kilómetros de zonas de baño para proteger sesenta playas, con un coste de 1,1 millones.
El criterio del Comité de Asesoramiento Científico del Mar Menor es desde hace varios años contrario a las redes, y además lo ha argumentado de nuevo en un informe difundido el martes por la Consejería de Medio Ambiente, Mar Menor, Universidades e Investigación ante el regreso de las medusas al humedal: las redes producen un efecto barrera ya que algunas especies mueren al quedar enganchadas en ellas. Además, la ova que crece entre las mallas dificulta las corrientes y produce una «acumulación de materia orgánica, seguida de una degradación de la misma», que «implica enfangamiento de las playas, malos olores y un consumo del oxígeno disuelto».
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Este órgano asesor añade que las dos especies con mayor presencia en la laguna, la 'Cotylorhiza tuberculata' –conocida como huevo frito– y la 'Phyllorhiza punctata', no son urticantes. De la primera, el catedrático de Ecología de la UMU Ángel Pérez Ruzafa, autor del informe, vaticina una «proliferación» este verano, y de la segunda afirma que es «probable». Aunque asegura que «es improbable que se alcancen las densidades de 2011 y 2012».
Sobre la gestión de las medusas en la columna de agua, el Comité Científico aconseja que ni siquiera se recojan, por la capacidad de estos organismos para depredar fitoplancton y eliminar nutrientes. La recogida masiva de medusas, que no se practica desde 2014, no resulta efectiva por las enormes poblaciones y gran fertilidad de los celentéreos, y además porque se producen capturas accidentales de hipocampos, advierten los expertos.
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