
Murió el domingo a los 96 años, pero hasta hace bien poco aún estaba activo y en forma. Al menos, por teléfono sonaba como un trueno. La muerte de Francisco González López (Murcia, 1923), sabio de las mariposas y gran estudioso de los insectos, deja un hueco irremplazable en la nómina de los pioneros en la defensa de la naturaleza en la Región de Murcia. Esto me dijo hace once años, cuando lo entrevisté con motivo de la presentación de su libro 'Mariposas diurnas del Parque Regional de Sierra Espuña': «No sabemos lo que tenemos, ni somos conscientes de lo que nos estamos jugando, de lo necesario que es conservar el tesoro que son nuestros espacios naturales». A sus entonces 85 años, no podía sonar más adelantado a su tiempo, cuando el cambio climático aún no daba tanto miedo y nadie hubiera apostado un euro por el 'shock' del Mar Menor.
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La trayectoria de Francisco González ha sido curiosa: químico de formación y naturalista por vocación, con una carrera investigadora centrada en las mariposas. «Estudié Químicas porque después de la guerra no se podía hacer otra cosa, pero una vez que me coloqué en Escombreras ya me dediqué a lo que me gustaba: a los insectos. Ya me decía mi madre que de pequeño me pasaba las horas muertas en el huerto con las hormigas». El huerto de su casa en la pedanía murciana de El Palmar, lindera con el manto verde de los pinos de El Valle. «A los invertebrados se les da poca importancia (me decía), pero su presencia es un indicador infalible del estado de conservación y calidad de un espacio natural. Y además, son muy necesarios. Fíjate si no en el papel de las abejas».
Otros hitos de su larga carrera vital y profesional: participó en misiones científicas en Guinea en los años 60 del siglo pasado, cuando parte de ese territorio africano apenas se había explorado; fue uno de los primeros presidentes de la Asociación de Naturalistas del Sureste (ANSE), en 1975; ejerció la docencia en la Facultad de Biología de la Universidad de Murcia; y perteneció a importantes sociedades entomológicas a nivel internacional.
Durante décadas estudió las poblaciones de mariposas de casi toda la Región, sobre todo las de Sierra Espuña y las sierras de Moratalla: «Revolcadores es un lugar que considero muy importante, entre otras cosas porque allí se encuentra la 'Graellsia Isabelae', la mariposa más bella de Europa. Con todos mis respetos hacia otros parques regionales, Revolcadores tiene una importancia mucho mayor que otros espacios que ya están protegidos».
Llegó a atesorar una de las mejores colecciones de España, con unos 10.000 ejemplares, que donó en parte al Museo Etnográfico Jerónimo Molina de Jumilla y al Museo de la Ciencia y el Agua de Murcia.
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«Los periodistas sois muy importantes en el camino de la protección de la naturaleza, así que tenlo en cuenta», me dijo la última vez que nos encontramos, hace cinco años. Seguía con buenos reflejos y lleno de planes. Y con sus convicciones conservacionistas aún intactas. Fue una suerte conocerle.
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