Estructura de piedra caliza de la noria de Cala Blanca, cubierta con bloques de hormigón. M.A.R.

Feísmo en la Marina de Cope

La protección de la noria de Cala Blanca con bloques de hormigón arruina el paisaje tradicional en este rincón del parque regional

Miércoles, 26 de agosto 2020, 01:30

Hace un par de semanas frené la bici en seco poco antes de llegar a Cala Blanca, uno de los rincones con más encanto del ... Parque Regional Cabo Cope-Calnegre, en el litoral deshabitado de Águilas y Lorca. No podía creer lo que estaba viendo: una cuadrilla de albañiles recogía sus herramientas después de cubrir el pozo de la noria que queda junto al camino con una antiestética cubierta de bloques de hormigón. «Motivos de seguridad», me contestaron cuando les pregunté. También habían protegido, por suerte de manera más discreta, otros dos pozos conectados con la ceña que se abren en el acantilado que cae a Playa Larga.

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No quedan muchas norias de sangre en buen estado en la Región de Murcia, y la de Cala Blanca es sin duda la más cercana al mar; se llaman así porque la fuerza motriz la ejercía un animal, un burro o una mula, que se movía en círculo alrededor del pozo para girar el mecanismo de extracción de agua. Una lección de etnografía en vivo que nos recuerda lo dura que era la vida en lugares tan áridos e incomunicados.

Una vez bebí agua de ese pozo, hace 36 años, seguramente muy poco antes de que cambiaran la bestia por un motor. El trago nos supo a agua de mar, pero era el agua que consumía la familia que entonces habitaba el caserío. Agua para paladares recios y una forma de vida que ni siquiera a mitad de los años ochenta soportaba cualquiera. Por eso la ceña de Cala Blanca, su entorno y su estructura de piedra caliza, merecen una restauración y no este parche horrendo.

La noria de sangre, junto al camino que recorre la Marina de Cope en paralelo a la línea de costa. Al fondo, Cabo Cope. M.A.R.

Propiedad privada

Espero que este horror estético dure poco. No podemos permitirnos más agresiones ni a nuestro patrimonio ni a nuestro paisaje. El concejal de Medio Ambiente del Ayuntamiento de Lorca, José Luis Ruiz Guillén, me asegura que se pondrá en contacto con los propietarios de la noria para retirar el armatoste y buscar una solución acorde con la categoría de un bien cultural catalogado según la normativa municipal.

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El Ayuntamiento identificó hace un par de años los pozos potencialmente peligrosos y advirtió a sus dueños de que estaban obligados a taparlos, pero no transmitió instrucciones acerca de cómo proceder en casos singulares como el de Cala Blanca, me confirma el edil. La intención sin duda ha sido buena, evitar accidentes, pero en este caso la solución resulta muy discutible.

Los albañiles, por cierto, dejaron tirados junto a la noria unos cuantos sacos vacíos de cemento, mascarillas, bolsas y otros restos de la obra, que se encargó de recoger el personal de mantenimiento del parque regional. Así de bien habían rematado la faena.

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