Borrar
Un anestesista traslada a un niño recién operado desde el quirófano hasta la sala de reanimación. Jorge Martínez
Cirugía Solidaria, incisiones de futuro para salvar vidas en África

Cirugía Solidaria, incisiones de futuro para salvar vidas en África

Viernes, 15 de diciembre 2023, 12:37

Todavía tiene clavada en la memoria el cirujano del Hospital Universitario Virgen de la Arrixaca y presidente de la ONG Cirugía Solidaria, José Manuel Rodríguez (Madrid 1958), la mirada de aquella joven que detuvo el autobús de vuelta de la expedición humanitaria en que viajaba en mitad de una carretera de la selva de Camerún. Fue en uno de los viajes que la organización ha realizado a Bengbis, en el sur de este país, a lo largo de sus ya más de 23 años de historia salvando vidas en los lugares más desfavorecidos de África, donde la esperanza tiende a esfumarse. «Vino a vernos el primer día que llegamos allí. Tenía un cáncer de mama y le programamos una cirugía tres días más tarde. Pero llega ese día y la paciente no viene», recuerda. El fantasma de aquella mujer desaparecida acompañó a la expedición durante días. ¿Qué le había pasado? ¿Por qué no había acudido para someterse a una operación que en su caso podía suponer la diferencia entre la vida y la muerte? Fueron muchas las veces en que los voluntarios se preguntaron qué podía esconder aquella ausencia que significaba la renuncia a la intervención que el equipo desplazado desde España iba a realizarle de forma altruista. No hubo respuesta hasta que ya era demasiado tarde, cuando el último día, con el equipo de sanitarios ya a bordo del autobús de vuelta, a punto de emprender el regreso tras dos frenéticas semanas de actividad quirúrgica, se plantó ante el vehículo. «Nos dijo que quería operarse ese día, pero ya no podíamos hacerlo. Habíamos recogido todo el material. No teníamos nada y nos teníamos que ir al avión». Entonces se desveló el enigma. «El marido no había permitido que se operara porque eso suponía extirparle el pecho», recuerda con amargura el cirujano. «Todavía veo la cara de esa chica».

La ONG nació en el año 2000 fruto del impulso de un grupo de cirujanos, anestesistas y enfermeras del Hospital Virgen de la Arrixaca con una primera expedición a Tinduf, en Argelia

Aquel episodio es solo uno de los inevitables sinsabores que han tenido que afrontar los voluntarios de esta ONG impregnada de ADN murciano a lo largo de tantos años luchando por salvar vidas en un continente aquejado de demasiados males, que se ve penalizada en muchas ocasiones por servicios médicos deficientes o inexistentes y donde la falta de educación para la salud se convierte a veces en el peor enemigo. Allí, en esa tierra que «engancha», como reconoce Rodríguez, han puesto lo mejor de sí mismos los integrantes de la ONG, sacrificando dinero y tiempo libre para protagonizar múltiples expediciones cada año desde sus inicios, sin más interés que el de evitar muertes innecesarias y mejorar la salud de unos ciudadanos que de otra manera no tendrían acceso a los tratamientos y la atención médica que necesitan para poder mirar al futuro. Aquella derrota forma parte de una desigual lucha contra el destino que sellan la pobreza y la exclusión en los países subdesarrollados, pero que no puede ensombrecer la montaña de victorias alcanzadas acercando una mano amiga a quien más lo necesita. «En este empeño hemos tenido inmensas alegrías, pero también hemos tenido que enfrentarnos muchas veces a la impotencia de no poder hacer más», asevera el cirujano, que hoy puede mirar con orgullo los logros de una larga trayectoria humanitaria.

Cuando en el año 2000 la ONG echó a andar fruto del impulso de un pequeño grupo de cirujanos, anestesistas y enfermeras del Hospital Virgen de la Arrixaca, no podía imaginar hasta dónde serían capaces de llegar. José Manuel Rodríguez pudo entonces ver hacerse realidad un viejo anhelo que había estado rumiando desde finales de los 90, tras una conversación con un compañero y amigo cirujano de Madrid. «Me decía que tenía que ir al Sáhara. Pero yo pensaba, '¿y cómo se va al Sáhara?' Porque no sabes cómo hacer las cosas». Lo que tenía claro es que empezaba a embargarle la sensación de que el trabajo diario «se quedaba un poco corto» para cumplir con el objetivo final de su profesión. Cuando finalmente se decidió a plantear en el hospital murciano la posibilidad de viajar a África para operar de forma altruista, se dio cuenta de que esa misma sensación la compartían varios de sus compañeros. Así surgió aquel viaje inaugural a los campamentos de refugiados saharauis del sur de Argelia, en el desierto de Tinduf, donde aquellos voluntarios pioneros tuvieron el primer contacto con una realidad de la que ya nunca se han desconectado.

Desde entonces, a lo largo de estas más de dos décadas, los más de 180 cooperantes que han participado en las actividades de la ONG han llevado a cabo una impagable labor en países como Kenia, Senegal, Mali, Guinea Ecuatorial y Camerún, donde han estrechado lazos con las comunidades locales y se han enfrentado a innumerables retos logísticos, sanitarios y sociales con la voluntad como principal arma.

Ya son más de 17.000 los pacientes que han podido atender y casi 6.000 las intervenciones quirúrgicas realizadas en entornos desconocidos y desfavorables, muy alejados de los estándares occidentales con los que estaban acostumbrados a trabajar en España. Por el camino han tenido que aprender a desenvolverse en situaciones de temperatura y humedad extremas, a superar dificultades para el acceso al agua potable o la luz eléctrica, a trabajar en entornos con una esterilización insuficiente o con grandes carencias técnicas y de material. «Todo allí tiene que hacerse de otra manera», explica. Y esa otra manera implica viajar cargados de equipo y donaciones para poder realizar su labor, preparados para resolver cualquier contingencia y trabajar en estrecha colaboración con las autoridades locales. «La primera vez que llegas a África, no tienes ni idea de nada. Tienes toda las ganas del mundo, porque haces un viaje que es la ilusión de toda tu vida y lo único que deseas es hacer todo lo que puedes -afirma el presidente de la ONG-. Nosotros queríamos hacer siempre lo máximo posible, pero sin preguntar. Ahora hemos aprendido que tienes que preguntar, que tienes que hablar con los locales y, a veces, modular tus planes a la realidad para ser eficaz».

Los voluntarios desplazados a países como Kenia, Senegal, Mali y Camerún realizan extenuantes sesiones quirúrgicas en condiciones extremas

Los cooperantes no han dejado de llevar desde entonces luz a vidas que se veían atenazadas por un futuro oscuro, y han prestado atención médica allí donde nadie esperaba nada, sellando el objetivo último de su juramento hipocrático: «Me comprometo a consagrar mi vida al servicio de la humanidad». También han promovido la formación del personal sanitario en los territorios a los que han viajado y llevado a cabo campañas de educación para la salud. «Tienes que trabajar con ellos y entender que hay costumbres y creencias locales que no puedes cambiar de la noche a la mañana», afirma. Recuerda, por ejemplo, el caso de un niño al que operaron de un tumor de parótidas. «Alguien lo había operado mal previamente, y nosotros, afortunadamente, pudimos arreglarlo, pero cuando volvió para que le quitáramos los puntos, vimos que tenía un montón de señales negras de pintura en la cicatriz. El chamán local le había hecho un ritual para situarse en su papel y mostrar que hacía su aportación a la curación», rememora.

El equipo de Cirugía Solidaria pasa consulta a un paciente antes de su intervención quirúrgica.

¿Y por qué África? El motivo fundamental, asegura el cirujano, es la inabarcable necesidad de atención que presenta su población. La Organización Mundial de la Salud estima que para que los ciudadanos cuenten con una atención sanitaria suficiente, debe haber un cirujano por cada 13.250 individuos. Sin embargo, en muchas zonas del continente que vio nacer a los primeros humanos hay uno por cada 400.000 ciudadanos, y en algunos países solo cuentan con un anestesista por cada millón de habitantes. Para suplir estas carencias, las misiones de Cirugía Solidaria se convierten en auténticos maratones donde los cooperantes restan horas al sueño y abordan cuantas atenciones e intervenciones quirúrgicas son capaces de abarcar sus manos. Saben que tienen un tiempo limitado e intentan dar respuesta al máximo de pacientes posible, solventando hernias, bocios, patologías cervicales y abdominales, tumores, labios leporinos, malformaciones, atendiendo partos o secuelas de accidentes y llevando a cabo programas de detección de problemas auditivos o de promoción de la salud bucodental.

Los cirujanos, con José Manuel Rodríguez en el centro, programan las intervenciones.

En ocasiones, como sucedió en Kenia este año, los voluntarios han llegado a poner su propia sangre a disposición de los enfermos ante la necesidad de reservas. Fue lo que ocurrió en el caso de una mujer de 33 años que llegó a ellos con un tumor de siete kilos de peso en una mama y que requirió transfusiones durante la operación. Es solo una muestra más de que su compromiso con las personas desfavorecidas de África trasciende lo sanitario y va mucho más allá de la aportación de conocimientos y recursos.

Junto a la actividad médica y quirúrgica, otro de los grandes pilares de la intervención transformadora de Cirugía Solidaria ha sido esa actividad docente de la que han podido beneficiarse sanitarios locales, una semilla que ya germina y que redundará en una mayor autonomía sanitaria. Las formaciones ofrecidas a los profesionales han abordado materias como la pediatría y la obstetricia, los procedimientos quirúrgicos, la medicina general y la radiología, entre otras. «Esa es una de las prioridades que nos hemos marcado y que queremos reforzar, aunque a veces es difícil enseñar con los medios disponibles», explica Rodríguez. Por ello, el presidente de la ONG se marca el avance en esta área como uno de los grandes objetivos a consolidar el año próximo, «porque esa es la mayor garantía de futuro para esas comunidades, que la formación ayude al progreso de la atención sanitaria».

Sus logros

  • Consultas. Los voluntarios de Cirugía Solidaria han prestado atención médica hasta ahora a cerca de 17.000 pacientes en los países de África donde han desarrollado sus proyectos.

  • Operaciones. La cifra de intervenciones quirúrgicas de la ONG asciende a casi 6.000, un número que no deja de crecer año tras año. Muchas de estas actuaciones han sido claves para salvar la vida de personas vulnerables sin acceso a la sanidad.

  • Cooperantes. El número de voluntarios que han participado en las actividades solidarias de la organización se eleva a 180.

  • Formación local. Una de las principales labores transformadoras de la ONG tiene que ver con la formación del personal sanitario y las campañas de salud y concienciación que ha implementado desde sus inicios.

Aissata y Abdou, dos hermanos de 9 y 7 años, respectivamente, esperan antes de entrar a quirófano.

En Cirugía Solidaria son conscientes de que ese trabajo a medio y largo plazo acabará dando grandes frutos. De hecho, ya han comenzado a ver avances significativos. «Al principio no apreciábamos los resultados -señala-, pero ahora, por poner un ejemplo, ya nos encontramos con que hay un trabajo de enfermería espectacular, con gente que se implica, que ves cuánto ha aprendido y cómo ha progresado. Hay una gran disponibilidad y ánimo de mejorar y esos profesionales son ya de gran ayuda. También empezamos a verlo con los médicos locales con los que trabajamos, que abordan unas operaciones mientras nosotros realizamos otras».

En ocasiones, algunos de los problemas que los cooperantes se encuentran en los países a los que viajan tienen soluciones muy sencillas, pero consecuencias nefastas si no se abordan a tiempo. «Tuvimos a una bebé que había nacido con un diente, que es algo que puede pasar, y hacía daño a su madre a la hora de mamar, lo que la había condenado a la desnutrición porque no le podía dar el pecho. Le quitamos el diente y, cuando la volvimos a ver, a la semana, la niña ya se reía y estaba muy recuperada».

También hay otros problemas que tienen que ver con el estigma de la enfermedad, muy presente en los países de África donde opera Cirugía Solidaria. Se trata de problemas de salud que pueden lastrar las perspectivas de futuro de los ciudadanos y que tienen que ver con patologías que desembocan en la marginación. Padecer una malformación o contar con un bulto supone, según explica el presidente de la ONG, «que esa persona quede señalada». Recuerda, por ejemplo, otra ocasión similar a la que abre este reportaje. Otra mujer que detiene el autobús de los cooperantes, pero esta vez, para compartir con ellos su felicidad. La habían operado un año antes para extirparle un bulto en la tiroides que había supuesto el rechazo de su comunidad. «Salió corriendo y volvió con un bebé. Quería contarnos que se había casado y enseñarnos que había podido ser madre», relata José Manuel Rodríguez.

Miembros de la ONG intervienen de urgencia a un paciente.

Por el camino, los cooperantes también se han encontrado con retos de gran complejidad que no se podían tratar sobre el terreno, como tumores faciales de gran tamaño que requerían reconstrucciones de una alta dificultad y que pudieron ser salvados con el traslado a Murcia para ser intervenidos, así como algunos casos de cardiopatías infantiles.

Y la actividad no cesa. Una nueva expedición de Cirugía Solidaria partió hacia Kenia este 2 de diciembre. Allí, las incisiones de los bisturíes siguen abriendo rendijas por donde el futuro pueda colarse.

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

laverdad Cirugía Solidaria, incisiones de futuro para salvar vidas en África