A Hermanos de Italia, el partido de Giorgia Meloni que lidera el Gobierno italiano, se le han visto las costuras de su ideología ultraderechista con las recientes declaraciones realizadas por Francesco Lollobrigida, ministro de Agricultura y Soberanía Alimentaria y uno de los hombres de peso ... en el Ejecutivo por su condición de cuñado de Meloni. Al analizar el desafío poblacional que supone para el país la imparable caída de la natalidad y relacionarla con la creciente llegada de inmigrantes irregulares, Lollobrigida afirmó que «no podemos rendirnos a la idea de la sustitución étnica». A su juicio, «no es el camino» pensar que la solución a que «los italianos tengan menos hijos» vendrá de su «sustitución por extranjeros».
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Las declaraciones del ministro de Agricultura y Soberanía Alimentaria, pronunciadas el martes en un convenio sindical en el que defendió que la clave está en «fomentar el crecimiento de la natalidad», provocaron una cascada de críticas. Incluso tomaron distancia de ellas dirigentes de la Liga, uno de los aliados de Hermanos de Italia en la coalición conservadora que sostiene al Gobierno de Meloni. «Son palabras verdaderamente feas», comentó Gian Marco Centinaio, vicepresidente del Senado y miembro de la Liga. Mucho más dura obviamente se mostró Elly Schlein, líder del izquierdista Partido Democrático, principal fuerza opositora.
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«Son palabras indignas de un ministro y que nos llevan a los años 30 del siglo pasado», comentó Schlein, que hizo referencia a la ideología totalitarista del nazismo y del fascismo, en la que tiene sus raíces históricas el partido Hermanos de Italia. «No queremos un ministro que habla de sustitución étnica, que es un lenguaje de supremacista blanco», insistió Schlein. Lollobrigida se defendió acusando a la izquierda de «montar un escándalo» y rechazando la etiqueta de «racista» o «supremacista». «Bastaría con que leyeran la definición de etnia», se justificó.
Más allá de la polémica por las palabras del ministro, lo cierto es que Italia tiene un problema cada vez mayor por la caída de la natalidad y el envejecimiento de la población. En 2022 nacieron sólo 393.000 bebés, un nuevo mínimo histórico, mientras que se registraron 713.000 fallecimientos. La llegada de inmigrantes extranjeros sólo sirvió para cubrir una parte de ese desequilibrio, por lo que la población se redujo en 179.000 personas. Desde 2014, Italia ha perdido 1,5 millones de habitantes.
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