Tres años de la guerra en Ucrania

La guerra de Iván

Iván Hunchenko ha vivido la invasión rusa siempre desde el frente. Allí ha recibido cada año a este diario, con el que habla sin pelos en la lengua. Es un buen ejemplo de cómo evoluciona la guerra

Viernes, 21 de febrero 2025

Cuando el 24 de febrero de 2022 las tropas rusas cruzaron la frontera de Ucrania y avanzaron hacia Kiev, el soldado Ivan Hunchenko no dudó en empuñar un Kalashnikov para volver a combatirlos. Los conocía bien, porque ya se había enfrentado a ellos durante la primera invasión, en 2014, cuando Moscú logró anexionar Crimea y parte del Donbás. «No podía permitir que peligrase la propia existencia de Ucrania», explica. Hunchenko fue destinado a la localidad de Moschun, al noreste de la capital. «Era un punto estratégico, porque si lo tomaban podían continuar avanzando hacia la ciudad. Nuestra misión era impedir que reconstruyesen un puente por el que podían cruzar los tanques», recuerda este soldado que acaricia la cuarentena y cuya historia es buen reflejo de cómo ha evolucionado la guerra en los tres años que cumple mañana.

Porque Hunchenko ha estado siempre en primera línea, en los lugares más peligrosos. De hecho, en Moschun a menudo se infiltró en las filas enemigas. «Teníamos que definir con exactitud su ubicación para que la artillería los bombardease», cuenta. Así consiguieron tomar las posiciones rusas. «Nos sorprendió ver que habían quemado los cuerpos de sus compañeros caídos para dejarlos allí tirados», cuenta, orgulloso porque entre los cadáveres estaba el de un mayor.

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Un soldado en pie. Dos granadas postraron a Iván Hunchenko en una silla de ruedas cuando Moscú trató de tomar Kiev. Pero el soldado se recuperó y sigue en el frente, convertido ahora en comandante de la inteligencia militar. Imágenes: Zigor Aldama

Pero la alegría no duró. El 10 de marzo de 2022, los ataques rusos ganaron intensidad, su infantería comenzó a avanzar con el objetivo de rodearlos, y en un macabro tango en el se producían avances y retrocesos la brigada de artillería número 72 a la que Hunchenko pertenecía sufrió numerosas bajas : «De 27 hombres quedábamos solo nueve. Estábamos ya casi sin munición, y muchos pensamos entonces que el mundo tenía razón cuando pensaba que Ucrania no lograría hacer frente a Rusia».

Fue en esa desesperación cuando llamó a su mujer. Le contó que había tenido un mal presagio. «No te preocupes, que tienes un ángel protegiéndote», le respondió ella. Y Hunchenko está convencido de que tenía razón, porque poco después, el 15 de marzo, dos granadas explotaron junto a él, reventándole parte de las dos piernas. «Mi compañero Maxim cayó seco a mi lado y empezó a sangrar por los ojos, la nariz y los oídos. Creí que estaba muerto. Entonces sentí un calor intenso en la pierna derecha. No escuché la detonación de la granada ni sentí un gran dolor, pero traté de moverme y entendí que no podía seguir combatiendo ni acercarme a mis compañeros», relata.

Inteligencia militar

  • El emblema de Iván Solo hay una cosa sobre la que Hunchenko no puede hablar: sus operaciones. No obstante, son las más arriesgadas e incluyen probar armas experimentales.

La primera vez que Hunchenko habló con este periódico, en abril de 2022, estaba ingresado en un hospital militar de Leópolis, cerca de la frontera con Polonia. Postrado en una silla de ruedas, con la pierna derecha anclada con una barra llena de clavos, mostraba en su móvil el vídeo que él mismo grabó durante la evacuación. En las imágenes se ve cómo el hueso quedó al descubierto y se escucha cómo gruñe. Pero también cómo ríe. «Sabía que podría haber sido mucho peor», reconocía. A pesar de sus heridas, Hunchenko estaba exultante. Ucrania había logrado expulsar a los rusos de las inmediaciones de la capital y del norte del país, y la victoria ya no parecía una gesta imposible. Para celebrarlo, Hunchenko se tatuó el tridente del emblema nacional en el pecho. «El ruso parece un ejército formidable, pero es pura fachada. Muchos de los militares no cuentan con la protección personal necesaria, lo que les impide luchar en el frente», dijo entonces.

Un año después, este periodista volvió a citarse con Hunchenko. Estaba a punto de conmemorarse el primer año de guerra y, tras haber recuperado la movilidad gracias a una larga rehabilitación en Alemania, cumplió su promesa de regresar al frente. Esta vez al del Donbás, donde Rusia estaba tratando de capturar Bajmut en una nueva carnicería. La guerra se había estancado tras la gran ofensiva que había logrado liberar importantes ciudades como Jersón, y la esperanza estaba puesta entonces en ese armamento que Occidente promete y no envía: los tanques Leopard, los aviones F-16 o los misiles Atacms llegan cuando parece tarde y con una larga lista de restricciones.

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Armamento. Interior de una pieza de artillería Krab, donada por Polonia. Z. A.

En febrero de 2023 nos citamos en Kostiantynivka, donde el estruendo de las explosiones era constante. Una leve cojera que solo un ojo avisado aprecia es la única secuela que le queda a Hunchenko de sus heridas: «Solo puedo mover el dedo gordo del pie derecho, así que no puedo correr muy rápido, pero, por lo demás, no tengo secuelas», comentó. Más evidente era la seriedad de su rostro. Había perdido la sonrisa. Y su discurso ya no era tan triunfalista. «Tenemos armamento suficiente para defender nuestras posiciones, pero no para atacar y avanzar», reconocía, dejando claro que los aliados podrían hacer mucho más. «Nosotros ponemos los muertos, vosotros solo tenéis que poner las balas. Ucrania no solo lucha por su territorio y nos sentimos arropados, pero nuestros socios titubean demasiado a la hora de enviar suministros», criticaba, denunciando también la actitud de algunos ucranianos adinerados que se comportan como si el país no estuviese en guerra. A pesar de todo, señalaba que la moral de la tropa seguía siendo alta. Es más, esperaba que la guerra no se alargase un año más.

Estados de ánimo

Abril de 2002

Exultante

Ucrania había expulsado a los rusos de las cercanías de la capital y del norte del país, y la victoria ya no parecía imposible

Febrero de 2023

Inquieto

«Tenemos armamento suficiente para defender nuestras posiciones, pero no para atacar y avanzar». admitía Hunchenko

Diciembre de 2024

Sombrío

El soldado tiene claro que su país sólo puede aspirar «a congelar la guerra como está y esperar al siguiente asalto»

Quizá por eso, en la última entrevista, ya con Donald Trump como presidente y con la amenaza de una negociación forzada, Hunchenko se muestra especialmente sombrío. Ya no es soldado raso, sino comandante de una brigada de la inteligencia militar. Nos encontramos en Kramatorsk, la principal ciudad del Donbás. Baj-mut ya no es Ucrania, y ahora los rusos cercan ciudades como Pokrovsk o Kupiansk, sobre la que vuelve a planear una ocupación como la que ya sufrió en 2022. Son avances lentos, pero avances. Kiev, por su parte, controla una pequeña zona de terreno ruso en Kursk que puede ser clave en cualquier mesa de diálogo, aunque Ucrania todavía no está sentada en ninguna. La partida, de momento, la juegan Trump y Vladímir Putin.

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Como hermanos. La camaradería es lo que más resaltan los soldados entre lo positivo de la guerra. Z. A.

«Me alegro de que sigas vivo», saluda, antes de dar un abrazo. En la guerra, todo se acentúa. También la camaradería. «Vemos lo peor de la gente, pero también lo mejor», subraya al sentarse a la mesa de un pequeño restaurante. La camarera trae un té y una cerveza 0,0, porque en las ciudades del frente la venta de alcohol está prohibida. Hunchenko ya no confía en la victoria de Ucrania. «La situación es mala. Nos faltan suministros y personal. En general, estamos retrocediendo. En algunos lugares muy rápido, en otros más lentamente. Nuestra brigada, en concreto, de momento resiste», detalla.

Pero en sus palabras se atisba cierto derrotismo. «Al principio me preocupaba Trump. Ahora no. He entendido que a Estados Unidos no le interesa nuestra victoria, sino que se alcance una situación de tablas. Joe Biden tampoco ha hecho lo que podía para ayudarnos a vencer a Rusia. Quizá si toda Europa se volcase en el conflicto habría alguna esperanza, pero parece que es poco probable que suceda. Así que es lógico que nos sintamos traicionados, porque si no vencemos es porque nos han obligado a luchar con una mano atada a la espalda», dispara.

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Es una coyuntura en la que Hunchenko tiene claro que Ucrania solo puede aspirar «a congelar la guerra como está y esperar al siguiente asalto, porque Rusia no se conformará con el territorio que ha ocupado». En su opinión, «no haber ido más allá para Vladímir Putin es un síntoma de debilidad».

Epidemia de salud mental

Y débil está también la salud mental de los militares, que comienzan a romperse por dentro. «El dolor físico es muy agudo, pero se acaba. Y, cuando lo recuerdas, incluso puedes contarlo con orgullo. Pero el dolor psicológico es más difícil de solucionar y puede hacerse crónico si no se trata. A menudo también es más difícil de detectar». Hunchenko es consciente de que lo está sufriendo en carne propia. «En todo 2024 he pasado con mi familia 30 días. Ya nos hemos acostumbrado. De vez en cuando me dan cinco días de permiso y regreso a verlos. Pero no sé qué hacer y pienso que, para mí, volver a casa en realidad es volver al frente, con los compañeros. La guerra se ha convertido en nuestra vida», sentencia con una punzada de remordimiento.

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Tumbas de soldados muertos en Irpín. Z. A.

Preguntado por las razones que le llevan a seguir luchando y a no aceptar la oferta de una retirada con honores que le ha hecho el ejército, se para a pensar: «Es difícil responder a eso. Cada cual tiene sus razones. Personalmente, yo lucho primero por mi familia. Después por Ucrania. Pero ambas están unidas, porque tengo muy claro que el bienestar de mi familia, de mi hijo adolescente, depende de que Ucrania no caiga en manos de Rusia».

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