Trump no tiene dudas de que Vladimir Putin cumplirá el trato que firme para acabar con la guerra de Ucrania. «Lo conozco desde hace tiempo ... y no creo que lo viole», afirmó ayer durante su reunión con el primer ministro británico, Keir Starmer. El segundo líder europeo en visitar la Casa Blanca intenta aprovechar sus relaciones personales para facilitar el acercamiento con Europa y, sobre todo, influir a Trump para que negocie términos que sirvan para una paz duradera.
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La confianza del presidente estadounidense en el dictador ruso reafirma el giro de la política estadounidense en Ucrania y subraya su intención de redefinir la relación con Rusia, alineándose con Putin. Starmer ha logrado con su visita mantenerse como un aliado de Trump en ese nuevo mapa geopolítico de desprecio hacia Europa y convertirse en puente. El primer ministro británico llegó dispuesto a congraciarse con Trump, agasajándole con una invitación personal «de su majestad el Rey» para una segunda visita de estado «sin precedentes», le aclaró. «Esto nunca ha ocurrido antes, es algo histórico», remachó.
A estrategia no falló. «Esto es realmente especial, simboliza la fortaleza de nuestras relaciones», se emocionó Trump. El primer ministro británico le agradeció también su papel en «cambiar la conversación» y abrir la puerta a una posible paz, mientras que el presidente estadounidense insistió en que el acuerdo con Moscú está ya al alcance de la mano. «Creo que estamos muy avanzados en un acuerdo, pero aún no lo hemos cerrado», admitió, reflejando su confianza en que su enfoque dará resultados: «O pasa ahora, o nunca».
La visita del presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, prevista para hoy, con objeto de firmar un acuerdo que permita a EE UU la explotación de sus recursos naturales, promete ser clave en las negociaciones de paz. «Creo que Zelesnki va a estar de acuerdo», auguró Trump. «Vamos a firmar un acuerdo muy importante para ambos países. Tendremos mucha gente trabajando allí, lo que también nos beneficia».
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El momento más curioso de la reunión se dio cuando a Trump le preguntaron si continuaba considerando Zelenski un dictador, a lo que él respondió con otra pregunta: «¿Yo dije eso? No lo creo. Siguiente pregunta», contestó ante la sorpresa general.
Starmer insistió, con su mejor sonrisa, en que cualquier acuerdo debe ser «duradero y respetado por todas las partes», enfatizando la necesidad de garantías que impidan nuevos incumplimientos de Rusia, sin que Trump se comprometiese a nada. «No me gusta hablar de eso antes de tiempo. Prefiero hacer primero el trato, se puede gafar. Aún así, descartó que las posibles tropas de paz europeas vayan a necesitar ayuda de EE UU si Rusia viola los acuerdos. «Los británicos siempre han sido muy buenos soldados», adujo.
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Resentido con la UE
Londres se ha comprometido a enviar tropas para garantizar esa paz y Starmer dice estar en conversaciones con Francia, la OTAN y «otros países» para completar ese destacamento. «Lo difícil es forjar el trato», insistió Trump. Luego, «confía pero verifica», dijo tras reflexionar, «porque nunca se sabe lo que va a pasar. Conozco mucha gente que uno diría que nunca te van a engañar y acaban resultado ser la peor del mundo».
El encuentro también sirvió para abordar cuestiones comerciales y estratégicas, con Trump reiterando su resentimiento con la UE. Recordó que siempre apoyó el Brexit y dejó claro que espera un trato preferencial con el Reino Unido. «Tenemos una gran relación. Pero la UE ha sido muy dura con nosotros en términos comerciales», recordó. Y volvió a citar como «aranceles recíprocos» el «20% de IVA» con que se gravan las exportaciones estadounidenses, lo que no es un arancel al tratarse de un impuesto que también se aplica a los productos internos.
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El tono cordial del encuentro, con Starmer subrayando los intereses comunes y evitando cualquier confrontación directa, subraya la estrategia internacional de las diferentes potencias que intentan reconducir sus relaciones con EE UU, a la luz de un presidente impredecible que ataca a sus aliados tradicionales y ha realineado de la política exterior estadounidense con Rusia. Con el acuerdo forjado al vapor con Ucrania y Rusia, Trump se siente el artífice de haber devuelto «la estabilidad al Este de Europa, para que una guerra tan terrible no vuelva nunca a suceder».
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