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27/11/1923 Ricardo Codorníu y Stárico murió en Murcia el 26 de septiembre de 1923 y las muestras de duelo se sucedieron durante meses. Como el obituario que firmó el ingeniero Ramón Martínez de Campos.
Ricardo Codorníu, el patriarca forestal

Ricardo Codorníu, el patriarca forestal

TIEMPO DE HISTORIA ·

LA VERDAD publicó en portada en 1923 el obituario del Apóstol del Árbol, promotor de la gran repoblación de los montes pelados de Sierra Espuña

Miércoles, 24 de marzo 2021, 01:49

Contemplar una fotografía del Morrón de Totana tomada a finales del siglo XIX, sin un solo árbol, es descorazonador. Y también causa una enorme extrañeza, acostumbrados como estamos a pensar que todo tiempo pasado fue mejor y que los espacios naturales son ahora solo un reflejo de la naturaleza salvaje que estamos perdiendo sin remedio. No siempre. Y lo demuestra el caso de Sierra Espuña, uno de los mejores ejemplos de restauración forestal en España, promovida a partir de 1889 por el ingeniero de Montes Ricardo Codorníu y Stárico (Cartagena, 1846-Murcia, 1923). La figura de este precursor de la defensa del medio ambiente, conocido como Apóstol del Árbol o 'patriarca forestal', ha sido reivindicada durante los últimos días por científicos, naturalistas y expertos de la Administración con motivo del Día Internacional de los Bosques, que se celebró el pasado domingo.

El recuerdo de la deuda que la sociedad española tiene con Ricardo Codorníu, miembro de una importante saga de políticos, empresarios, intelectuales e inventores, es un buen momento para rescatar la portada de LA VERDAD del 27 de noviembre de 1923, que recoge un obituario firmado por el ingeniero Ricardo Martínez de Campos, en nombre propio y también en representación de este gremio profesional.

«El gran forestal ha muerto. La ingeniería española está de luto», escribe Ramón Martínez de Campos en una portada propia de la época y con un diseño que se mantuvo hasta no hace muchas décadas en algunos periódicos de Estados Unidos: seis columnas de texto de arriba a abajo sin ilustración alguna.

El ingeniero Ramón Martínez de Campos propuso un parque nacional en las sierras de Segura y Mundo con el nombre de Codorníu

«La obra magna de Codorníu, luchando contra la inercia, contra la indiferencia, contra la barbarie antiforestal, se acrecentará con el rodar de los tiempos. A imitación del grano de mostaza, generador luego de un frondoso árbol, la buena doctrina sembrada por nuestro gran forestal seguirá laborando para que surjan los bosques, tan necesarios al suelo patrio», reivindica Martínez de Campos dos meses después de la muerte de quien también acometió la restauración de la pinada de Guardamar (Alicante), cerca de la desembocadura del río Segura, donde las dunas amenazaban las viviendas más cercanas a la playa. Los árboles que echaron raíces sobre la arena fijaron esa enorme masa de partículas en lento pero constante movimiento.

Visionario ambientalista

El emotivo texto de Ramón Martínez de Campos no solo defiende la faceta ingenieril de Ricardo Codorníu, sino que elogia su visión ambientalista: «Y al enriquecerse el aire con el aroma balsámico de los pinos, y la tierra con las resinas y combustibles, y también con los manantiales y pantanos a favor del mejoramiento del clima, por el arbolado, y al nutrírsele mejor la caza, la pesca y la ganadería, y en fin, al engrandecerse todo el país por la riqueza forestal debidamente desarrollada y conservada, las nuevas generaciones bendecirán el nombre de Codorníu y alabarán cumplidamente su obra». Algo deben de tener los árboles, porque lo cierto es que ese agradecimiento colectivo se sigue renovando casi cien años después de su muerte.

Científicos y naturalistas han reivindicado la figura del reforestador cartagenero con motivo del Día Mundial de los Bosques

El escrito de Ramón Martínez de Campos, que no ha perdido un gramo de vigencia, propone también la creación de un parque nacional en «las sierras del Segura y del Mundo», y que el nombre de Ricardo Codorníu se vincule a este territorio formidable, protegido ahora bajo diferentes figuras administrativas, que alimenta un bosque casi sin fin entre el sur de Jaén y Albacete y el Noroeste de la Región de Murcia. Martínez de Campos planteó esta idea solo cinco años después de que se crease el primer parque nacional en España, el de los Picos de Europa (Asturias, León y Cantabria), por iniciativa de Pedro José Pidal y Bernaldo de Quirós (Gijón, 1869-1941), marqués de Villaviciosa. El autor cita los parques nacionales estadounidenses de Yosemite y Yellowstone como ejemplo de gestión de grandes espacios forestales que también debería acometerse en España.

Ricardo Codorníu y Stárico ha pasado a la historia como precursor de la restauración forestal, pero fue sobre todo un intelectual regeneracionista y polifacético: fundó en 1902 la Sociedad Murciana de Esperanto y dejó por escrito sus reflexiones, que publicaba regularmente en LA VERDAD.

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