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13/07/2012 «El mar es un telón invisible. No aparece, aunque es el protagonista/creador de los lugares», decía Pedro Cano al inaugurar 'Nueve mediterráneos' en el Teatro Romano de Cartagena.
Pedro Cano, «el pintor del periodismo»
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Pedro Cano, «el pintor del periodismo»

El artista de Blanca siempre tuvo voz en LA VERDAD; encendió su pintura de realismo, fue 'hippie' en América y hasta Juan Pablo II quiso conocerle

Martes, 11 de enero 2022, 00:45

Era junio de 1979 y Pedro Cano, «el pintor de Blanca que ha vuelto sin volver», vivía en una suerte de nube en movimiento. Exposiciones en Salzburgo, Viena, Beirut, Roma, Florencia, Bari, Milán, Madrid... Cuando García Martínez, el periodista que mejor comprende su obra en sus comienzos, lo aborda a seis meses de acabar la década de los 70, Pedro Cano es «todavía un desconocido». Solo en ciertos círculos recuerdan una primera exposición de dibujos sobre la vida en un hospital. «Quiero hacer algo importante en Murcia, quiero que la gente sepa quién soy», cuenta el artista a LA VERDAD, enfundado en un mono de trabajo y sandalias. Volvía unos días a Murcia para estar con su madre, pero no quería regresar a Italia sin «la luz murciana». «Ahora –decía Cano– siento mucho más Murcia que cuando estaba aquí».

«El pintor –observa García Martínez, acompañado del fotógrafo Tomás–, este pintor, no daría nunca el cuadro por terminado, si por él fuera. Necesita estar largo tiempo al lado de su obra, para mirarla, remirarla, apañarla. Hay un complicado proceso de relaciones entre el cuadro y su autor, que a lo mejor hasta hablan, ríen o riñen y lloran juntos. Como si fueran hijos, Pedro se sabe de memoria todos sus cuadros que andan repartidos por ahí. Y le gusta, si puede, ir a verlos alguna vez. De manera que Pedro Cano se desprende de la obra un poco a regañadientes, quizás porque la ha vivido demasiado intensamente y le ha otorgado mucho de su propia vida. Yo no sé decir cómo es la pintura de Pedro Cano. Es... otra cosa». En esa estancia en Blanca, recuerda el periodista, viene acompañado de «una magnífica italiana», Patricia, su esposa entonces, con el recuerdo aún vivo de los ocho meses que recorrieron América Latina «en plan 'hippie', con más curiosidad que dinero». Ya en este tiempo pasa sus inviernos en Anguillara Sabazia, a 30 kilómetros de Roma, cuya casa vendió hace un año, y ya entonces consideraba Grecia el país de sus sueños. De hecho, «Murcia, Italia y Grecia son los tres vértices de su triángulo vital».

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Pedro Cano siempre tuvo voz en LA VERDAD. Unos años después, en 1986, el 2 de agosto, este diario cita a Juan Arias, corresponsal de 'El País' en Roma. «A Pedro Cano, el pintor murciano que había empezado sin escuela, a los 10 años, a pintar cuadros al óleo, se le considera en Italia, que le ha abierto siempre sus mejores galerías de arte, como el pintor del periodismo, porque lo mejor de su producción es como un diario de viaje. Hasta el Papa Wojtyla, siempre atento a lo que reluce en el campo del arte y del saber contemporáneo, ha querido para su colección vaticana una tela de este pintor español que vive hoy a caballo entre Roma y Nueva York». La tela a la que hacía referencia Arias forma parte de la colección 'El abrazo', «un cuadro que desde hacía años no conseguía acabar. Durmió mucho tiempo en espera de los últimos pinceles. No pensé que iba a acabar en las manos del Papa, quien quiso, con mucha cordialidad, que le explicase su significado cuando se lo entregué hace unos días».

El pintor Pedro Cano en el casco antiguo de Blanca, en mayo de 2019. ENRIQUE MARTÍNEZ BUESO

Decía LA VERDAD entonces, en su reseña, que su pintura está encendida de realismo: «Brotó de sus pinceles todo el drama de su infancia pobre y de su condición de huérfano de padre a los 10 años. La izquierda quiso adoptarlo para su causa, pero Pedro el murciano era reacio en sus principios: quería solo ser pintor. Pintaba miserias no por ideología sino porque le habían rasgado desde niño la carne y el alma. Y fue esta pasión por lo concreto, por la vida, la real, la de las cosas de cada día, la de los hombres más aplastados y comunes, lo que le llevó con su esposa a recorrer, descansando por las noches siempre en un saco de dormir, América Latina desde México a Brasil». Ya hacía constar el periódico que, pese a ser admirado en Italia, «nadie es profeta en su tierra».

Imagen principal - Pedro Cano, «el pintor del periodismo»
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Felicidad en Blanca

Sin embargo, no puede Pedro Cano pensar hoy, entrado este 2022, lo mismo que a mediados de los 80. En estas cuatro décadas han sucedido muchas cosas. Ha habido separaciones, pérdidas, y unas cuantas mudanzas. En noviembre de 2010, el pintor de Blanca vivió uno de los días más felices con motivo de la inauguración de la Fundación Pedro Cano, después de 55 años de intenso trabajo. «¡Qué gentío!», exclamaban los asistentes. Diez millones de euros aportados por la Comunidad Autónoma, recordaba Gontzal Díez, para un complejo que, además de la Fundación (6 millones de euros) cuenta con guardería y un anexo de usos múltiples. Una obra de Martín Lejarraga, también exultante: «Este es el sueño de todo arquitecto. ¿Qué me parece Pedro Cano? ¡Un genio!». «Un museo exquisito y cuidado al detalle –decía Pedro Alberto Cruz, consejero de Cultura–, que permite realizar un amplio recorrido por todo el relato de su trayectoria. En la obra de Pedro Cano todo es causa y efecto».

13/07/2012 «El mar es un telón invisible. No aparece, aunque es el protagonista/creador de los lugares», decía Pedro Cano al inaugurar 'Nueve mediterráneos' en el Teatro Romano de Cartagena.

Es, tal vez, el pintor vivo de la Región que más tinta ha hecho correr en la prensa regional. Sabemos de su devoción por Italo Calvino, de sus viajes por el mundo –es un gran imitador de Marco Polo–, de su don para las relaciones humanas, de su interés por los paisajes, por los desnudos, por las flores, por los objetos, las llaves, los interiores de las casas... ¿Qué no sabemos de Pedro Cano? La hemeroteca de LA VERDAD es un baúl de sus recuerdos, los contados, los compartidos, a lo largo de décadas, con los lectores.

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