f. olmos
Lunes, 20 de marzo 2017, 12:52
«Narcos es la versión de la DEA sobre Pablo Escobar, plagada de mentiras» afirmó anoche Sebastián Marroquín, único hijo del narcotraficante colombiano más poderoso y asesino de la historia reciente del país. Aunque no es la primera vez que ataca con contundencia a Netflix por la serie sobre la vida de su padre, Sebastián fue anoche especialmente explícito en su crítica a lo que él llama la «glorificación de la figura del narco»:
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«Me escriben chicos de Australia que visten y andan como mi padre y me piden ayuda porque afirman que quieren ser 'narcos'», se queja, «Nadie que haya leído mi libro querría jamás ser Pablo Escobar». Ataca duramente la campaña de publicidad alrededor de la figura de alguien como su padre, como la lona publicitaria exhibida en la lona del sol esta navidad: «Si llego a hacer yo eso me matan, pero como lo hizo el 'Señor Netflix' está bien».
De hecho afirmó que la serie «ni siquiera ha acertado en el equipo del que mi padre era seguidor». «Veo gente con la cara de mi padre tatuada junto al escudo del Atlético Nacional y no puedo si no reírme: él era del Independiente de Medellín»bromea, «se tendrán que borrar esos tatuajes cuando se enteren».
También habló de cómo veía él a su padre, y preguntado al respecto por Jordi Évole sobre si llegó a sentir alivio tras su muerte (ya que así él pudo llevar una vida normal), se muestra tajante y herido: «En absoluto. Era mi padre y le quería enormemente, lo último que sentí fue nada parecido al alivio». De hecho, cuenta que su primera reacción fue golpear las paredes y los muebles del hotel mientras juraba y perjuraba que iba a «matar a todos los responsables».
Contó alguna anécdota, como cuando su padre le habló de las drogas, teniendo él 8 años, y le dijo que si alguna vez necesitaba probar una que acudiese a él antes que a sus amigos. «En ese momento mi padre legalizó las drogas para mí, así que perdí la curiosidad en ellas para siempre». Además afirmó que la anécdota que mejor define a su padre es la siguiente, que define a la perfección su personalidad vengativa:
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«Él era un niño muy pobre, así que iba andando todos los días a la escuela. Sus vecinos de parcela eran ricos. Tenían un hijo de su misma edad que iba a la misma escuela y, sin embargo, pese a que pasaban todos los días a su lado con el 'carro', jamás le recogieron. Cuando creció y tuvo dinero, pagó a 4 sicarios para que todo vehículo al que pudiese acceder esa familia fuese robado. Para que sintieran lo mismo que él sentía cuando iba a todas partes andando».
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