
C. GArcía
Miércoles, 1 de marzo 2017, 19:28
La muerte de Pablo Ráez todavía conmueve a todo el mundo en las redes. El joven malagueño se convirtió en todo un referente para familiares y enfermos de cáncer de todo el país gracias a sus relatos en redes sociales, sus procesos con el tratamiento, pero sobre todo, por el empeño que puso en la campaña por la donación de médula. Su marcha duele a muchos, pero a los que han luchado con él aun más, su hermana relató recientemente cómo fueron los últimos días del joven marbellí.
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«Estos últimos días ya estaba fatal. Sufría mucho y los médicos venían a casa a recetarle. Iba del sofá a la cama y de la cama al sofá». Quizás sea una imagen que Pablo Ráez no terminó de mostrar en las redes, el joven siempre posaba en las fotos con una sonrisa en su rostro. No obstante, en muchas ocasiones, no podía ocultar en sus textos que lo estaba pasando mal. El cáncer también tiene esa cara, la de las decaídas, los 'bajones' pero el joven malagueño se empeñaba siempre en «vivir».
«Su cuerpo no podía más»
«Él ya sabía que iba a morir», cuenta su hermana, y quizás es su frase más impactante. «No tenía fuerzas para escribir en las redes sociales. Llevaba tres semanas muy malas, fue degradándose y apagándose poco a poco. Ya el viernes estaba muy pachucho y apenas podía hablar. Su cuerpo no podía más», cuenta Esther Ráez al diario El Mundo. Son los últimos días de Pablo, cuando la muerte ya había absorbido la vitalidad que siempre emanaba el joven.
A pesar de eso, a Pablo Ráez aun le quedaban fuerzas para algo, para dar unas pautas de vida a los suyos. Quizás, cuando alguien está tan cerca de la muerte es capaz de ver con claridad cómo hay que vivir, una especie de paradoja de la existencia. «Teneís que seguir queriéndoos. Tenéis que estar contentos, hacer las cosas que queréis hacer en la vida y manteneros unidos», fue la lección que el joven dio a su familia. Esther recuerda también que ella siempre ha querido viajar a Grecia, «le prometía que iríamos en 2018 y él me dijo ¿por qué no en 2017?», no era porque le faltara el tiempo, era porque se aferraba al dicho popular de 'no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy'.
«Una persona muere cuando la dejas de querer»
La hermana de Pablo también desveló al medio que su hermano se empeñó más en la religión desde que le diagnosticaron leucemia. El joven «tenía una relación muy especial con Dios», según su hermana, «pero él decía que no era Dios quien nos hacía vivir o morir, sino que éramos nosotros. Dios estaba en el espíritu».
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Esther explica emocionada a El Mundo que todos en la familia están muy tristes por la muerte de Pablo Ráez y que agradecen a todos las numerosas muestras de cariño recibidas. Por último, es ella la que da una lección a la sociedad: «Una persona sólo se muere si la dejas de querer y por eso él siempre va a estar vivo con nosotros».
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