Micheline Bernardine con el primer bikini de la historia. :: R.C.

El bañador que nadie quería

El bikini se presentó hace 70 años en París, pero le costó calar. Para reflotarlo se inventaron el concurso de Miss Mundo. Brigitte Bardot y Ursula Andress hicieron el resto

GUILLERMO ELEJABEITIA

Viernes, 15 de julio 2016, 09:46

Solo habían pasado cuatro días desde que los americanos detonaran una bomba de 21 kilotones en un atolón del Pacífico cuando en París estallaba un torpedo que haría saltar por los aires los cimientos de la moda veraniega. Louis Réard presentaba «el traje de baño más pequeño del mundo», apenas 75 centímetros cuadrados de tela que cubrían solo lo justo y necesario. Corrían los primeros días de julio de 1946, el mundo disfrutaba del primer verano después de la guerra y la indumentaria femenina se contagiaba del entusiasmo general. Aquella prenda era «la bomba». Había nacido el bikini.

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Réard se llevó la gloria pero la idea no era suya. El prestigioso diseñador Jacques Heim había presentado un mes antes un bañador de dos piezas al que había llamado Átomo, por su diminuto tamaño. ¿Alguien se acuerda? Un ingeniero de automoción sin mucho éxito tuvo la astucia suficiente para darse cuenta de que lo que al invento le hacía falta para triunfar era un golpe de efecto. Réard aprovechó un concurso de belleza que se celebraba en la mítica piscina Molitor para presentar ante una marea de fotógrafos un traje de baño que dejaba mucha piel al sol y poco espacio a la imaginación.

La prenda, que aireaba por primera vez ombligo y nalgas, era tan atrevida que al diseñador le costó dar con una modelo dispuesta a lucirlo a cara descubierta. La encontró entre el cuerpo de baile del Casino de París. Micheline Bernardine era una jovencita desgarbada, acostumbrada a enseñar sus encantos al poco selecto público de la escena parisina de posguerra. Lucía sonriente un dos piezas elaborado con una tela estampada en papel de periódico de Elsa Schiaparelli y sostenía satisfecha la diminuta cajita en la que se presentaba la prenda. Acaparó todos los flashes y aquella sesión de fotos, por la que cobró cuatro perras, le proporcionó un pequeño hueco en la historia.

Sin embargo, el éxito del bikini no fue todo lo fulgurante que su inventor esperaba. La chica recibió más de 40.000 cartas de admiradores en las siguientes semanas pero la prenda seguía sin encontrar mujeres dispuestas a llevarla. En 1951 el filántropo británico Eric Morley se sacó de la manga el concurso de Miss Mundo precisamente para tratar de promocionar el exiguo traje de baño, pero el efecto no fue el deseado. Italia, Bélgica o España, bastiones del catolicismo en Europa, lo prohibieron por pecaminoso. Solo en las playas de Benidorm pudo lucirse gracias a un permiso expreso de Franco. Su alcalde, Pedro Zaragoza, le explicó al Generalísimo que aquello podía estimular el turismo. No se equivocaba. Las películas de Alfredo Landa lo acabarían consagrando como el uniforme oficial de 'las suecas'. Solo el cine fue capaz de convertir el bikini en una prenda glamurosa que las mujeres desearan lucir. Una de las pioneras fue Brigitte Bardot, que hizo su primera aparición en el festival de Cannes con apenas 17 años y un poco de tela cubriendo sus encantos. A partir de entonces B.B. alimentaría su leyenda con un sinfín de estampas similares, hasta el punto de dar su nombre al de talle bajo y sujetador sin tirantes.

Vuelve el croché

Marilyn Monroe se abrió paso en Hollywood a base de posados en bikini y la exuberante Rachel Welch le debe su fama más que a sus dotes interpretativas. Pero si hay una imagen icónica es la de Ursula Andress emergiendo de las aguas en un dos piezas con cinturón en 'James Bond contra el Doctor No'. La película de 1962 fue uno de los mayores triunfos de la saga 007, consagró a la Andress como estrella mundial y consiguió que el bikini comenzara a ganarle la batalla al recatado bañador. Muchas actrices han tratado después de emularla, pero solo Halle Berry se acercó, de nuevo ejerciendo como chica Bond', cuarenta años después.

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En 'El retorno del Jedi', Carrie Fisher cambió los rodetes y la recatada indumentaria de princesa por una trenza y un bikini dorado, un modelo que después revisitaría Salma Hayek en 'Abierto hasta el amanecer'. Angelina Jolie puso de moda el negro de estilo deportivo al encarnar a Lara Croft en Tomb Raider, y Demi Moore y Cameron Díaz impusieron el de cortinilla tras el estreno de la nueva versión de 'Los Ángeles de Charlie'. En la olvidable 'Inmersión Letal', Jessica Alba se pasaba todo el metraje con un bikini bicolor. También triunfó.

Esta temporada se llevan rematados en croché y de colores chillones. También han vuelto con fuerza los estructurados, que sujetan el cuerpo como el de nuestras abuelas. Lo que no parece probable es que vaya a pasar jamás de moda. Antes se extingue la especie por un holocausto nuclear.

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