Cristina García
Jueves, 7 de julio 2016, 01:24
Paradojas de la vida, lo que dio el triunfo a Nettie Stevens en su faceta profesional como científica casi se lo quita en la personal. Y es que esta científica norteamericana natural de Cavendish nació a mediados del siglo XIX. Como niña, su papel en el mundo era crecer, casarse, tener hijos y deberse a su marido. Nettie Stevens no hizo ninguna de esas cosa, salvo lo de crecer, aunque su vida se apagó pronto, con 51 años murió víctima de un cáncer de mama.
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Nettie Stevens se sacó el graduado escolar en Westford junto a su hermana. Fueran las dos únicas mujeres en una década que lo conseguían. Después de eso, la científica no pudo costearse unos sueldos superiores, por ellos, trabajó como maestra y bibliotecaria. Nettie Stevens sólo pudo volver a la universidad en 1896, con 35 años.
Aunque quiso estudiar para ser maestra, Nettie Stevens quedó pasmada con dos científicos de la Universidad de Stanford, Edmund B. Wilson y Thomas H. Morgan. Sin duda, gracias a ellos, decidió encaminar su vida a la investigación científica. Se doctoró en el año 1903 y viajó a Europa, para trabajar en Nápoles, en la Estación de Zoología.
Los trabajos como investigadora de Nettie Stevens determinaron lo que ahora se sabe. Es el hombre el que pone el sexo en el embrión. La bióloga descubrió que a las personas les toca un sexo en el momento de su fecundación. La mujer tiene la X en su óvulo, pero los hombres tienen espermatozoides más pequeños que añaden la Y, el cromosoma masculino, o espermatozoides más grandes, que añaden otra X: ¡Niña!
Aunque ella no paró de trabajar y le publicaron muchos trabajos en vida y también, muchos 'memorandums' una vez fallecida, Nettie Stevens no lo tuvo fácil. En un mundo dominado por hombres, le era muy complicado conseguir sobresalir. De hecho, históricamente, es muy triste lo ocurrido con ella: muchos libros de historia la recuerdan como ayudante de Thomas Hunt Morgan, éste fue galardonado con el premio Nobel por sus supuestos descubrimientos en cromosomas y genética. Ese Nobel fue en realidad para Nettie Stevens, aunque en la placa pusiera otro nombre.
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Por suerte, hoy, Nettie Stevens y no Thomas Hunt Morgan tienen un hueco en el 'doodle' de Google. El buscador rinde un más que merecido nuevo logo en su página de hoy y el placer de que muchos conozcan a esta científica que hizo tanto por el sexo.
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