El hueco de Nazario

Arrancaron con el cocinero Nazario Cano, para mí uno de los mejores cocineros de España, consiguiendo una Estrella Michelin en un tiempo récord y dando un golpe en la mesa de esos de aquí estoy yo para haceros felices. Lógicamente, más porque Nazario se la trajo de El Rodat donde ya lucía una, que por trayectoria del propio restaurante.

Cano desarrolló un menú degustación increíble. La sensibilidad que demuestra solo es comparable a la técnica y al conocimiento que tiene. Un disparate. Además, muy buena carta de vinos y un servicio de sala (la mayoría traídos por Nazario) a la altura de la cocina.

Pero el restaurante Michelin no terminaba de encontrar su espacio. Si se reservaron unas mesas para el gastronómico, no se cuidó el contexto lo suficiente y no era difícil estar probando el tocino de mar de Nazario y ver a un violinista con luces en su instrumento subido en la barra haciendo un show nocturno. No había distancia física entre el gastronómico y el gastrobar. No había separación, entre otras cosas, porque nunca había estado en el proyecto del restaurante luchar o defender una Estrella Michelin, ya que Odiseo es un restaurante pensado para el volumen, y las cinco mesas de Nazario, aunque se llenaran, no eran suficientes.

El caso es que con la marcha de Nazario, el complejo se quedaba un tanto huérfano, y los comentarios en redes y en los whatsapp de hosteleros la pregunta más recurrente era la de «¿y quién lo va a sustituir?».

Como era de esperar, Odiseo perdió su Estrella Michelin y se puso en marcha el concepto inicial de generar un restaurante de volumen. Ticket medio-alto, con buena carta de vinos, buen servicio de mesa, pero de volumen. Y os aseguro que lo han conseguido.

La carta del restaurante es muy divertida e informal, con platos sabrosos, variados, actuales y, sobre todo, muy bien cocinados. Varios de los que se cogen con las manos para después chuparse los dedos.

Empanadilla de boquerones; jamón ibérico; taco de gallina; coca de unas estupendas anchoas, berenjenas braseadas y foie; un espacio de sushi bastante completo; o un rodaballo a la brasa con salsa romescu, tirabeques y bimi ideal para una cena ligera.

Odiseo me sube el divertimento dos puntos nada más entrar por la puerta. No me cuesta pedir un vino 10 euros más caro del que pediría en cualquier otro restaurante porque han sabido generar una atmósfera para ello. La marcha de Nazario es una tremenda pérdida para la Región que ha dejado un hueco que nadie puede ocupar, pero en esta nueva etapa de cocina más terrenal de Odiseo, uno come muy bien y eso es para celebrarlo.