Salir a comer o a cenar debe de ser un proceso de satisfacción y disfrute desde el primer momento. La comida, el servicio, la temperatura, ... la iluminación, el pan, el precio y mil cosas más que todos, de una forma más o menos acertada podemos medir o valorar desde el punto de vista del cliente y que el empresario utiliza como herramientas para meter gente por la puerta.
Pero si todos estos detalles son importantes y fundamentales para que la experiencia en el restaurante sea excelente, hay uno que es imprescindible y que nadie ni nada pueden generarlo con programas informáticos, cursos del CCT o con diseños espectaculares de Rubio y del Amo. Efectivamente, se trata de generar ilusión. Hacer que el cliente sienta un leve cosquilleo cuando le confirman que tiene la mesa reservada. Despertar ese día pensando a qué platos va a enfrentarse.
El Poli es el mejor restaurante marinero de la Región de Murcia y el lugar donde más ilusión me hace ir a comer desde hace mucho tiempo. La calidad del atún, el tartar con alcaparras, las cigalas crudas con aceite y limón, los despojos (hígados y huevas de distintos peces), la musina a la plancha, la cabeza de lecha con el mejor tomate frito que he comido en años y su fideuá de fideo fino son platos que ilusionan cada uno de ellos por separado, imaginaos todos en una misma comida.
Los empresarios hosteleros buscan ese elemento de diferenciación todos los días, afinando con la última creación culinaria, el vino más exclusivo o el producto más tentador para que sus clientes se emocionen. Unas veces aciertan unos y otras veces otros. Para mí, el Poli acierta siempre para todos.
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