Se lavan los fresones, se cortan en taquitos como fabes, y se dejan macerar cubiertos de buen vino tinto.
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Lo más complicado es la espuma de coco, pero es el toque del chef.
Se pela el coco (así dicho parece una simpleza, pero ya verán qué risa les da cuando lo hagan) y con la pulpa ya limpia, se ralla esta, se extiende en un plato, y se mete en el congelador.
Mientras se enfría, preparamos un cuarto de litro de gelatina sin sabor (si acaso se puede usar la de naranja que sabe bastante natural), siguiendo las instrucciones del fabricante (Royal es bueno).
Mientras esta se enfría, levantamos las claras a punto de nieve firme.
Lo suyo sería dar este último paso al momento de tomar el postre, pero eso ya es demasiado.
En la batidora ponemos la gelatina aún líquida, las claras levantadas, una cucharada de azúcar, y el coco rallado congelado, le damos marcha al máximo y en apenas unos segundos tendremos una espléndida mousse (es un decir, porque suele fallar dos de cada tres veces).
Si como cabe esperar hemos logrado el éxito, debemos guardarla en la nevera para que la gelatina coagule y la espuma se haga consistente, y así podamos montar este espectacular plato, según explico en la columna contigua.
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1/2 kilo de fresones bien
maduros1/2 botella de vino tinto joven1 coco 1 sobre de gelatina
de naranja 3 huevosAzúcar blanco y de caña
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