Las espinacas y el falso mito de Popeye

La cosa es que en 1870 un científico alemán cometió un error en la redacción de un estudio sobre las propiedades nutricionales de esta hortaliza. El buen hombre desplazó una coma decimal multiplicando así por diez el contenido en hierro. El error no se detectó hasta 1930, tiempo en el que el novio de Olivia se paseó por el mundo comiendo latas de espinacas y exhibiendo bíceps.

Una pena porque hoy los murcianos seríamos titanes. Porque resulta que la Región de Murcia es la provincia española líder en España en exportación de espinacas, nada menos que el 73,6% del total nacional. Como ejemplo, el 95% de las espinacas que comen los británicos proceden de la Región.

La 'Spinacea oleracea' debe su nombre al aspecto espinoso que presenta su fruto maduro. Es una planta de tallo corto que se cree que procede de Persia. En el s. VII llegó a China como un regalo al emperador. En la Península fueron introducdas -como una gran parte de las verduras que comemos hoy- por los árabes. El escritor conocido como Abu Zakaria, en su 'Libro de agricultura', sostiene en el siglo XII que la espinaca es «la reina de las verduras». Y es que los árabes daban mucha importancia al aspecto medicinal de la alimentación y reconocían las grandes propiedades nutricionales de esta hortaliza. Tras la Conquista se extendió por Europa y Norteamérica.

Estamos en el mejor momento para consumir espinacas, aunque podemos hacerlo todo el año congeladas y enlatadas. Para conservarlas en casa, lo mejor es no lavarlas, y, si lo hacemos, secarlas bien y guardarlas en el frigo en una bolsa de plástico oreada. Así duran varios días. Se trata de una hortaliza muy versátil que se puede cocinar de muchas maneras y formas en un amplio abanico de platos. Podemos comerlas crudas en ensalada, donde casan muy bien con tomatitos cherry, frutos secos y quesos suaves. Las podemos cocer al vapor, saltearlas o freírlas. Son amigas íntimas de las legumbres, como los garbanzos y las alubias, por lo que forman parte tradicionalmente de guisos, y potajes. Pero también pueden proporcionar un intenso color verde a cremas y salsas. Por ejemplo, a un pesto. Lasañas y quiches, platos procedentes de las cocinas italiana y francesa, son ejemplos de la aceptación que tuvo esta verdura en la cuenca mediterránea.

En la cocina murciana están presentes en numerosas elaboraciones. Por ejemplo, salteadas con ajo, cebolla y morcilla; o en tortillas, con o sin patatas; en pasteles como el de bacalao o de bonito. Son protagonistas de los potajes de vigilia, como el de espinacas y pelotas de bacalao o el de garbanzos y espinacas, y, por supuesto, en unas deliciosas albóndigas de espinacas. Las espinacas fritas con ajos tiernos es otro de esos platos de huerta deliciosos en su simplicidad, como lo es también el sencillo revuelto de espinacas.

Ya ha quedado claro que no es cierto que las espinacas contengan más hierro que los Altos hornos de Bilbao. Así que si quieren musculito tendrán que pasar por el gimnasio. Pero siguen siendo una farmacia ambulante, además de estar riquísimas y estamos en su temporada.

Ingredientes: 2 paquetes de pasta de lasaña precocida; 1 cebolla tierna grande; 1 calabacín; ½ kg de espinacas; 3 dientes de ajo; 100 gr de queso de Murcia curado; 100 gr de mozzarella; aceite de oliva; sal; pimienta negra; salsa bechamel; orégano; albahaca; comino en polvo; chile en polvo.

Picamos bien la cebolla y los dientes de ajo y los ponemos a pochar en una sartén con un chorrito de aceite de oliva. Añadimos el calabacín cortado en bastoncitos (sin pelar) y lo salteamos todo durante 15 minutos. Entonces, añadimos las espinacas limpias, secas y bien picadas. Reducirán bastante de volumen. Añadimos también las hierbas picadas y el comino. Salteamos durante tres minutos, salpimentamos bien e incorporamos la mozzarella en trozos y el queso de Murcia rallado al gusto. Dos vueltas y reservamos. Colocamos en una fuente en capas sucesivas bechamel, placas de pasta para lasaña y el relleno de verduras y queso, con un poco de bechamel en cada una. Finalmente, en la última capa cubrimos bien de bechamel y más queso de Murcia rallado. Espolvoreamos un poco de chile en polvo y lo ponemos a gratinar en el horno precalentado a 200 grados.