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Casa Althay
Ceniza, viento y sal
Garum | Palabra de sumiller

Ceniza, viento y sal

Casa Althay es un blanco de Lanzarote elaborado a partir de viñas que crecen en hoyos de hasta cuatro metros de profundidad: en la nariz es un golpe de mar y fuego

Fran Hidalgo

Periodista y sumiller; director de Mdecomunicación

Jueves, 27 de febrero 2025, 00:57

Casa Althay es pura épica en estado líquido. Esto no es un blanco cualquiera, es el ADN de La Geria embotellado. Viene de un viñedo centenario, de esos que han sobrevivido al viento, al sol inmisericorde y a las cenizas de un infierno dormido. Viñas que crecen en hoyos de hasta cuatro metros de profundidad, como si el suelo se las tragara para luego devolverlas más fuertes. 9.000 botellas. Solo eso. Un vino raro, de esos que, si lo ves, lo pillas sin preguntar. Malvasía volcánica y listán blanco. Un viñedo rescatado de las garras del olvido, con más de 100 años de historia, y un proceso de elaboración sin prisas ni artificios.

Fermentación espontánea, crianza de 10 meses en hormigón y barricas de 500 litros de roble francés. Sin clarificar, sin filtrar, sin concesiones. Aquí no hay maquillaje, solo pura verdad.

Lo sirvo en la copa y ya se torna en un espectáculo. Amarillo dorado, con destellos que recuerdan la luz del sol reflejada en la arena volcánica. La nariz es un golpe de mar y fuego: salinidad, piedra mojada, toques ahumados y ese perfume sutil de frutas maduras, cítricos y flores blancas. Y en boca… tensión. Pura electricidad. Un vino que te golpea con frescura, con ese filo cortante que sólo la malvasía volcánica sabe dar cuando viene de suelos extremos. Largo, profundo, con una mineralidad que se queda tatuada en el paladar. No sé si es un vino o un pedazo de isla, os digo.

Paciencia y respeto

Pero hay algo más en Casa Althay, algo que va más allá de lo que se ve y se bebe. Es un vino que habla de respeto, de paciencia, de entender que la tierra manda y que el ser humano solo puede acompañarla. Es el tipo de vino que incomoda a los que buscan lo predecible y emociona a los que quieren algo real.

Casa Althay

  • Bodega: Casa Althay.

  • Variedad: Malvasía volcánica y listán blanco.

  • Zona: DO Lanzarote.

  • Precio: 27 euros.

En un mundo donde cada vez es más difícil encontrar vinos con alma, Casa Althay es un golpe en la mesa. Un recordatorio de que lo radical no es innovar, sino volver al origen. Y ahora hablamos del 'packaging'… Cómo me gusta esto. Obra maestra de Estudio Maba, es la guinda. Sobrio, negro, minimalista, como la tierra que lo vio nacer. Una botella que no necesita gritos ni estridencias ni fuegos de artificio para llamar la atención, porque con solo mirarla ya sabes que aquí dentro hay algo grande.

Me ha volado la cabeza este vino. Tanto, que ya tengo un billete comprado para Lanzarote. En abril estaré allí, caminando entre esos viñedos imposibles, hundiendo las manos en la ceniza volcánica, oliendo el viento salino y viendo con mis propios ojos el milagro que es Casa Althay. Porque hay vinos que te gustan, vinos que te emocionan y luego están los que te enamoran hasta el punto de querer seguirles el rastro hasta el fin del mundo.

Althay es un pedazo de Lanzarote. Y yo quiero vivirlo. Ya os contaré.

  1. Descubrimiento de la semana

    Rosso di Valtellina

Rosso di Valtellina

  • Bodega: Arpepe.

  • Variedad: Nebbiolo.

  • Zona: Lombardía (Italia).

  • Precio: 30 euros.

Rosso di Valtellina es un Nebbiolo en su versión más fresca y desenfadada. Nada de largos años de espera ni estructuras imponentes: aquí todo es fruta roja vibrante, flores secas y una acidez afilada que invita al siguiente sorbo. Un Nebbiolo ligero, lleno de energía, pero con la misma elegancia innata de siempre. Viene de los viñedos en terraza de los Alpes lombardos, donde la vid desafía la pendiente y el frío para dar vinos con una pureza única. La vendimia es manual y transportada a hombros, en pequeñas cestas. Fermentación espontánea, crianza en grandes barricas de roble y una expresión cristalina del terruño. Cada trago es un paseo entre cerezas maduras, hierbas de montaña y un susurro de especias. Un vino auténtico, pensado para disfrutar sin reservas. Fácil de beber, imposible de olvidar.

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