Aunque Frida Kahlo no se prodigaba en los fogones de la Casa Azul, sí disfrutaba degustando la cocina mexicana, tanto los platillos, los dulces, el ... mezcal, el tequila o el chocolate caliente como la sabrosa fruta tropical. Frida creaba los menús diarios de la casa y recorría los bulliciosos mercados de Coyoacán, que inspiraban su pintura.
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En 1938, Frida pintó el bodegón de las cinco pitahayas, una fruta que adoraba por su suculenta ligereza y delicado sabor. En el cuadro aparentemente realista, aunque con tintes surrealistas, entre rocas y un cactus, las pitahayas están demasiado maduras. Exhiben un color rojo anaranjado, con la corteza abierta, podridas en su superficie, subrayando que es naturaleza muerta. En el extremo superior derecho, un pequeño esqueleto, enarbolando una guadaña, observa sentado el proceso de descomposición. Es la santa muerte que Frida integraba en su vida, como el esqueleto de cartón que, colgado del dosel de su cama, le recordaba su cuerpo quebrado y la inevitable mortalidad.
Este bodegón es un cuadro enigmático. La pulpa de la pitahaya partida simula dos ojos redondos, vacíos, que reclaman la atención de los espectadores, quienes inevitablemente les dirigen su mirada, buscando entender la sutileza de esta naturaleza muerta. El conjunto tiene un significado mágico ya que, aunque las pitahayas se adaptan a la adversidad, como a la falta de agua, hasta las más resilientes también se ulceran.
La pitahaya, fruta exótica de forma ovoide, pertenece a la familia cactácea. El fruto aparece después de la floración del cactus, flores que solo se abren por la noche. Su nombre procede del taíno y significa fruta con escamas, en referencia a su corteza. También es conocida como fruta del dragón y leyendas chinas cuentan que este poderoso y apetitoso manjar fue creado, en plena batalla, del fuego emitido por un dragón.
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La pitahaya contiene gran cantidad de agua y fibra, es baja en calorías, pero altamente saciante. La fruta del dragón se considera un superalimento por sus propiedades nutricionales: rico en polifenoles, licopenos y ácido ascórbico, en minerales como calcio, fósforo, hierro y magnesio, en vitaminas (A, B2, B3, C y E), en prebióticos que favorecen la microbiota beneficiosa, como lactobacilos y bifidobacterias, y en betalaínas que equilibran los niveles de colesterol. Las semillas de pitahaya contienen Omega 3 y, junto a la fibra de la pulpa, ayudan a prevenir el estreñimiento.
La pulpa de pitahaya, blanca o roja, donde destacan pequeñas semillas negras, se consume fresca, en macedonia o en ensalada, pero también como batido o licuada en zumos, 'smoothies', sorbetes, helados, cócteles o combinada con yogur. Las mermeladas, confituras o gelatinas de pitahaya son exquisitas.
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En México, a la pitahaya se le llama la fruta del náufrago porque crece entre las rocas y sobrevive en condiciones desérticas, donde el agua escasea, ya que se adapta a las sequías. Se produce en zonas tropicales; por ello, el clima de Murcia parecería adecuado para su cultivo. La pitahaya es una fruta sabrosa, deliciosa y saludable.
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