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Los murcianos tenemos fama de festeros, tal vez lo seamos, es cosa del clima, del aire, de la luz. Nos gusta pasear, hablar con la gente, sentarnos en una terracita al sol, disfrutando de una cerveza bien fresca, o un cafetito caliente. Y nos gusta ... la fiesta. Todavía recientes los días navideños, aparece el Patrono San Fulgencio, y su compadre San Antón, patrón de los animales. Pisándoles los talones, con los fríos de febrerillo el loco, el antiguo barrio de Santa Eulalia festeja al Señor San Blas y la Virgen de la Candelaria, convirtiendo sus calles en una fiesta llena de color. Cada año hay más festejos, más fieles acuden al médico sanador. Y como en los viejos tiempos, San Blas, la Candelaria, y San José, que también es vecino, se pasean en procesión por el barrio, y hay Misa Mayor, e imposición de las velas milagreras. Y más este año, que se cumplen cuatrocientos de que San Blas, acabara con una terrible epidemia de difteria.
Los tenderetes ofrecen su mercancía, donde reinan los rollicos del Santo, tradición que viene de mucho antes, pero fue a primeros del XIX cuando empezaron a elaborarse de masa. Porque los rollos, señores, tienen su aquél. Algo tan sencillo como mezclar harina, azúcar, huevos, aceite, con el toque imprescindible de gaseosa. A lo mejor, influye que los bendigan antes de que las gentes los adquieran. Durante muchos años, fue la panadería de Felix, de la familia del Horno de la Fuensanta, quien los elaboraba, ahora el quehacer está en manos de la Panaderia Antolinos, que durante muchos días, se dedica a hacerlos. Compartiendo protagonismo, los sanblasicos, unos colgantes pintados en dorado o plateado, representando al Santo, rematados por unos flecos de seda de colores. Desde tiempo inmemorial, los críos de Murcia y alrededores, hemos tenido nuestro sanblasico comprado en la fiesta, con la esperanza de que nos protegiera la garganta. Siempre los han hecho los artesanos de la Región, los de ahora, son obra de los Hermanos Cava, que tiempo atrás, hicieron el molde con el que se realizan.
Ya que están en el barrio, ¿por qué no se animan a turistear un poco? Seguro que hay murcianos que nunca se han perdido en sus recovecos. Verán la iglesia de Santa Eulalia, edificada en el XVIII, ejemplo del barroco-rococó murciano. Se apoya sobre la iglesita dedicada a Santa Olaya, que mandó levantar Jaime el Conquistador, sobre una antigua mezquita. Pegadita a ella, la pequeña Iglesia de San José, que fundó el Gremio de Carpinteros, instalando en ella su sede. Cuando el Gremio desapareció, la Iglesia se unió a Santa Eulalia. Las dos, son desde 1.982 Bien de Interés Cultural.
Es interesante el Museo de la Muralla. Y buscar en el suelo, el cartelito que dice donde estuvo ubicada la histórica Puerta de las Siete Puertas. No les voy a contar más, aprovechen una de esas mañanas radiantes, que ya se anuncian en Murcia, y conozcan su historia.
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