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Su nombre científico es 'Punica granatum' y pertenece a la familia de las mirtáceas. Me refiero al granado, un árbol más antiguo que el hombre, y no exagero, que según consta en la Biblia, era uno de los árboles que poblaban el paraíso. Los antiguos ... lo apreciaban mucho y aparece representado en algunas tumbas griegas y egipcias de hace más de tres mil años. La leyenda cuenta cómo el dios Otis fue concebido por su madre cuando se puso una granada debajo del pecho. Y en la mitología griega, el árbol estaba consagrado a Afrodita, diosa del amor y la belleza.
La granada vino a España en el equipaje de los púnicos, aquellos antepasados de los cartagineses, plantándola en casi todo el territorio. Cuando llegaron los árabes la hicieron suya, a lo mejor porque les recordaba sus resecos países, y hasta le dieron su nombre a una de sus más bellas ciudades, allá por el siglo VIII.
Su fruto campeaba en el escudo de los reyes moros y, después, en el de los monarcas cristianos. Los musulmanes la consideraban una fruta medicinal y sus médicos, los mejores de entonces, afirmaban que era cosa santa para los enfermos del estómago y los tocados del corazón. Más tarde, los conquistadores la llevaron a las Américas, donde el granado se extendió desde Argentina y Chile hasta las tierras de California.
Al granado pueden verlo en toda la cuenca mediterránea. Un arbolito de ramas flexibles, bien defendidas por voraces espinas, y sus hermosas flores, de un rojo vivo, son tan espectaculares que se utilizan como plantas ornamentales. La corteza tiene una piel muy fuerte, amarillenta y rojiza, muy brillante. Por dentro, una hermosura de granos que van desde el carmín hasta el morado, y en algunas a un rosa casi blanco, con un dulzor exquisito. A una no le extraña que los musulmanes la tuvieran por uno de sus mejores manjares. Las granadas maduran desde el otoño hasta pasada la Navidad. En Murcia reinan cajines y albares, de granos encendidos o pálidos como la aurora.
Los árabes la usaban como medicina, ya que tienen un montón de vitaminas, sobre todo vitamina C, minerales, fibra y muy pocas calorías. Cicatriza las heridas, su jugo tiene efectos astringentes, y con la corteza, las flores y la pulpa se preparan infusiones y jarabes la mar de curativos. Sus granos, brillantes como joyas, tienen poderes terapéuticos, diuréticos, antiespasmódicos, tonificantes...
Aunque no poseyera todas estas propiedades, su sabor agradable y refrescante la convierte en la favorita de las frutas invernales y de los días navideños, en los que pone la magia de su colorido. Con ella se pueden hacer muchas cosas, como postres deliciosos, tomarla espolvoreada con azúcar, bañada en los vapores del vino... Sin contar la picardía que ponen en una ensalada sus granos relucientes. O mezcladas con cualquier cosa en tentadores aperitivos. En platos principales. Y si usted es manitas, al estilo de las señoras de antes, sabrán preparar los exquisitos zumos o aquellos entrañables jarabes de granadina.
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