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Todavía queda mucho que ver en Tiflis. La Catedral de la Santísima Trinidad, o Sameba, es la tercera catedral ortodoxa más alta del mundo. La hicieron en 1995, conmemorando los 1.500 años de religión ortodoxa. Apoyada sobre un antiguo cementerio armenio, es un conjunto ... de estilos tradicionales georgianos, con toques bizantinos. Hay que visitar la basílica Anchiskhati, del siglo VII. Y la iglesia Mitekhi, apoyada en un risco, con una vista preciosa del río. Y muchas más.
Pasear por el bulevar Rustaveli, jalonado de cafés, tiendas lujosas y museos, como el Museo Nacional de Georgia, con valiosos objetos precristianos. O la Galería Nacional, con obras del siglo XIX. Hay que atravesar el puente de la Paz, de diseño contemporáneo, que une la ciudad antigua con la moderna. Es peatonal y lo cubre un gran dosel de vidrio que, al darle la luz del sol, se convierte en algo mágico. E ir al barrio Abunotubani, con sus baños de azufre, muchos de ellos del siglo XVI.
Ya que están allí, deben ver, aunque sea por encima, otros lugares que valen la pena, como el lago Paliastoni en la región de Samegrelo. Un lago de agua dulce que se convirtió en una laguna abierta de agua salada. Les aconsejo que tomen un barquito y la recorran disfrutando del paisaje de sus orillas, con prados rumorosos, y viendo las aves migratorias desde su torre de observación. Deben ir a la Perla del Mar Negro, que así llaman a Batumi. Se aposenta en Adjara, una de las regiones más bellas de Georgia, y fue la musa de muchos arquitectos que en el siglo pasado plasmaron en ella magníficas obras. Y todavía sigue siendo el corazón de las obras arquitectónicas más innovadoras. Si usted es marchoso le va a encantar su vida nocturna.
Pueden acercarse a Djneti, un pueblo escondido en las montañas del Cáucaso, para admirar sus torres de piedra. No se pueden perder algunas actuaciones de música tradicional, o las danzas, que hasta la propia Unesco les ha reconocido ser obra maestra del Patrimonio Cultural Intangible del mundo.
Ustedes querrán saber qué manteles se van a encontrar, que es cosa importante. Sabores insospechados, auténticos, hierbas y especias, que mezclan los aromas de Europa y Asia. El pan o tortitas de maíz, que llaman mochadi. Lavashi, un pan de pita caliente, alargado. El jachapuri es un pan relleno de queso fresco o curado, huevos y otras cositas. Usan un montón de salsas, como la bazhe, muy picante, con nueces, ajo y vinagre, que lo mismo sirve para carne que pescado. Junkali, que son grandes raviolis, muy jugosos, espolvoreados de pimienta negra. Un plato de fiesta es el satsiu, una salsa de pollo o pavo, con nueces, fría y picante. Chajojbili, cerdo asado al horno. Un plato del día a día es el lebio, con judías y cebolla. Y los dulces, que son pecaminosos. Gozinahi, de frutos secos y miel. O el kada, un rollo de hojaldre, relleno de harina frita, con mantequilla y azúcar.
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