Hace unos días les hablaba del asiático, pero haciéndole la competencia por antigüedad, y porque en esas vueltas que dan las modas ha recuperado su sitio, está el café de olla o café de puchero, muy murciano, muy de la huerta. Una piensa que fue ... la postguerra la que dio a este café su importancia, porque en aquellos tiempos no valía igual un cuarto de malta o achicoria que uno de buen café. Ese café de puchero, llamado así porque se hacía en una ollica de barro, estaba buenísimo, y además, calentaba el ánimo. Cuando aparecieron las modernas cafeteras casi desapareció, pero los estómagos agradecidos no podían olvidarlo y ha recuperado su sitio como remate de una buena comida. Tiene su importancia en la gastronomía murciana y nunca falta en las fiestas tradicionales, en los huertos septembrinos y en las barracas del Bando. Sencillo y barato: malta, un vasito de anís seco, azúcar y agua. Agua en la olla, y cuando rompe a hervir, la malta, unos minutos. Dejan reposar el anís y el azúcar, y servido en vasitos de cristal. Para acompañar, paparajotes, yemas de Caravaca, buñuelos...

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Otro netamente murciano es el Belmonte, nacido en los cafés del antiguo Arenal, cara a la Glorieta. A primeros del siglo pasado, el Arenal se veía la mar de concurrido por carretas con bueyes y carros con burros, que traían a los huertanos a resolver sus cosas a la ciudad, o vender lo que habían recogido con el alba en su 'roal de tierra'. Parada obligatoria en las frías mañanas del invierno, aquellos cafés, un rito, tomarse un vasito de café caliente con su chorrito de brandy, y al usarse el de las Destilerías Belmonte de Nonduermas, el grito «¡Ponme un Belmonte!» no dejaba de sonar. Se servía ardiendo, en vasos de vidrio que había que coger con mucho cuidado, porque te quemabas los dedos. Cuando desaparecieron aquellos cafés, el Belmonte se extendió por otros de la Región, popularizándose inmediatamente. La receta original, café expreso y un chorrito de brandy al gusto del bebedor, manchado con leche condensada. Cuando se le echa el doble de leche se llama bombón.

No hay que olvidarse del carajillo, que no es murciano, aunque tiene muchos seguidores, sino que se bebe en toda España y en algunos países hipanoamericanos; en Venezuela lo llaman café 'envenenao'. Una bebida que mezcla el café con coñac, anís, ron... No se sabe de dónde viene lo de carajillo, pero se le atribuye origen cubano. Se contaba que a los soldados españoles que combatieron en la guerra de Cuba les daban café con ron, decían que era «un pequeño corajillo», y de ahí derivó el nombre. Era café de la isla, mezclado con el brandy español.

El café de puchero se hace en una olla de barro. Es sencillo y barato: malta, un vasito de anís seco, azúcar y agua

Hay dos formas de prepararlo: echando directamente el licor sobre el café o prendiendo el licor en una taza vacía y echando el café encima. Se sirve en vasitos de cristal pequeños, poco más grandes que un chupito.

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