La restauración en Murcia, a nivel de concurrencia pública, en general, no parece atravesar sus mejores momentos. No se trata de falta de clientes, que va recuperando su tono de otrora, sino de la calidad de su oferta y servicio. Un defecto generalizado es la ... falta de acondicionamiento de los locales para propiciar una estancia placentera. En la inmensa mayoría de locales, los comensales no pueden conversar. Tienen que hablar a voz en grito, escuchar a todos los presentes en la sala, que compiten por hacerse oír por sus compañeros de mesa y lograr que se les escuche entre el resto de los de la sala, embutidos en espacios minimalistas.

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Los arquitectos de turno y los interioristas olvidaron que a estos locales asisten personas, cuya paz y sosiego es fundamental y previa a la degustación de las preparaciones culinarias. La legislación no fija restricciones que permitan disfrutar. En algunos casos, todo pareciera confabularse para, simplemente, engullir como lo harían otras especies en lugares poco recomendables. Si la respuesta de los que regentan estos locales a las sugerencias de los clientes, es la callada, amparada porque siguen yendo clientes, simplemente les seguirán tiempos de desprecio, solo hay que esperar a que tenga lugar. A los nuevos, que no consideren importante tal extremo, ya les llegarán los idus de marzo.

Pero, no solo son estas carencias las resaltables, porque las prácticas y tendencias de la industria de restaurantes, abarcan otros extremos: calidad de los alimentos, que en algunos restaurantes y especialmente en cadenas de comida rápida es baja, con ingredientes de baja calidad y técnicas de preparación poco saludables; comida procesada, motivo de preocupación para muchos porque los alimentos pueden contener aditivos químicos, conservantes y altos niveles de sal, azúcar y grasas no saludables; falta de sostenibilidad: por contribuir al desperdicio de alimentos, la contaminación y el agotamiento de los recursos naturales. Muchos restaurantes utilizan productos de un solo uso, como utensilios y envases de plástico, lo que contribuye a la contaminación ambiental; desaparición de la comida tradicional: que con la globalización y la expansión de las cadenas de restaurantes internacionales se está homogeneizando la comida, con la incidencia en la diversidad cultural y la identidad de las comunidades; no está claro, en muchos casos, ni las condiciones laborales ni los bajos salarios que enfrentan muchos empleados, especialmente en cadenas de comida rápida y restaurantes de bajo costo; salud pública: que está contribuyendo a problemas como la obesidad, la diabetes y las enfermedades cardíacas; el trato a los animales, que requieren prácticas más humanitarias y sostenibles en la producción de alimentos.

Muchos restauradores buscan abordar algunas de estas preocupaciones, como la promoción de alimentos locales y sostenibles, el enfoque en la calidad y la salud, y la adopción de prácticas laborales más justas. Animo y apoyo por la decisión de formar parte de un universo razonable, placentero, saludable, humano y cuidado de los detalles que contribuyen a la felicidad, de los clientes. Es lo que importa. A la vista está, solo hay que mirar.

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