Es una técnica consistente en que algo se prepara y se presenta de forma que parece distinto a lo que realmente es. Significa 'engaño al ojo' y proviene de 'trampa ante el ojo'. No es exclusivo de la esfera gastronómica, como las ilusiones de perspectiva ... de Julian Beever, artista británico famoso por sus increíbles dibujos de tiza en 3D en las aceras de ciudades de todo el mundo; o la escalera de Escher, que genera una ilusión óptica que parece subir infinitamente aunque, en realidad, es un ciclo cerrado; o la cúpula de San Ignazio, en Roma, iglesia que no existe, pintura de Andrea Pozzo en 1685 dando la impresión de una cúpula; o la Casa Mágica de Zürich, que mirada desde un lugar concreto parece tener muchos balcones y varias filas de ventanas, pero al moverte, reparas en que solo es una pintura plana.

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La idea de disfrazar la comida tiene larga historia, aunque la denominación pueda ser reciente. En Asia existen prácticas similares desde hace mucho tiempo y en la cocina china, por ejemplo, existen platos que se modelan para parecerse a ciertos objetos o animales. Es famoso un plato inglés del siglo XVI, el Cockentrice, que combina la parte frontal de un cerdo o un cordero con la parte posterior de un capón o pollo y el conjunto se cosía o ensartaba para unirlo, creando una bestia mitad cerdo o cordero, mitad capón o pollo, una criatura de aspecto fantástico. La receta original se menciona en varios libros de cocina de la época, como 'The Good Huswifes Jewell' (1596). Este tipo de platos era popular en los festines de la época, donde los comensales se deleitaban tanto con la extravagancia del plato como con su sabor, asombrando y entreteniendo a los comensales. Al igual que muchos platos de la época medieval y del Renacimiento, la presentación y la teatralidad eran tan importantes como el sabor del plato.

En la cocina medieval son frecuentes platos elaborados para parecer algo diferente, a menudo con significado simbólico. Hoy se ha vuelto a la referencia del trampantojo y se ha impulsado desde la alternativa molecular creando expectativas visuales y sensoriales en los comensales. Además de la consabida morcilla de verano, que pudo ser anterior a la genuina, por cierto, un trampantojo de morcilla, bien pudiera ser un bizcocho de chocolate oscuro (similar a una morcilla) y un glaseado de vainilla o crema helada, rememorando la grasa de aquella.

Alternativamente, la morcilla podría adoptar la forma de una barra de chocolate jugando con la expectativa del comensal, generando una experiencia culinaria sorprendente y memorable. Un postre parecido a una hamburguesa, realmente un bizcocho y una crema para la mayonesa y peras para las patatas fritas podría ser un buen intento. Un huevo frito con yogur para la clara y mango para la yema, otro. Medio melocotón sobre una rodaja de piña, un huevo frito de toda la vida. Habilidad, creatividad y audacia, equilibrando la apariencia visual con su sabor y textura. Emocionante.

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