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El calentamiento global afecta la alimentación humana impactando negativamente en la agricultura y la seguridad alimentaria. El aumento de las temperaturas y la variabilidad climática disminuyen la productividad de cultivos esenciales como el trigo, el maíz y el arroz. Las condiciones climáticas adversas afectan el ... crecimiento, desarrollo y rendimiento de las plantas. También afecta a la proliferación de plagas y enfermedades, que afectan a los cultivos. La alteración de patrones de precipitación, con sequías e inundaciones, afectan la producción agrícola y la disponibilidad de agua para riego. El estrés térmico y la sequía pueden disminuir el contenido de nutrientes en frutas y verduras, afectando su valor alimenticio. La degradación de suelos, contribuye a la erosión y pérdida de fertilidad del suelo, reduciendo su capacidad para sustentar cultivos, afectando la producción de alimentos. También tiene impacto directo en la ganadería, ya que las altas temperaturas y escasez de agua afectan la salud y productividad del ganado. El calentamiento de los océanos también altera las poblaciones de peces.
El calentamiento global ya está cambiando los alimentos que consumimos y continuará afectando la disponibilidad, la calidad y la variedad en el futuro. Las plantas que crecen en un ambiente con mayor concentración de CO₂ tienden a tener menores niveles de nutrientes como proteínas, hierro y zinc, lo que podría reducir el valor nutricional de frutas, vegetales y granos básicos. Con mayores niveles de CO₂, las plantas incrementan la fotosíntesis, produciendo más carbohidratos como almidón y azúcares. Sin embargo, la absorción de minerales y nitrógeno no aumenta proporcionalmente, disminuyendo la concentración de nutrientes esenciales en los tejidos vegetales. El exceso de CO₂ puede modificar la fisiología de las raíces, afectando la absorción de minerales del suelo. Esto se traduce en una menor concentración de micronutrientes como hierro y zinc en las partes comestibles de las plantas. Investigaciones indican que niveles atmosféricos de CO₂ previstos para mediados de siglo podrían reducir el contenido de estos nutrientes en cultivos alimentarios, incrementando el riesgo de deficiencias nutricionales en la población. La disponibilidad de nitrógeno es crucial para la síntesis de proteínas en las plantas. Con niveles elevados de CO₂, la eficiencia en la utilización del nitrógeno disminuye, incidiendo en la producción de proteínas. Esto afecta directamente el valor nutricional de los cultivos, especialmente en cereales, fuentes primarias de proteínas para muchas poblaciones.
La producción de carne, pescado y productos lácteos podría verse afectada por estrés por calor en animales y cambio en las corrientes oceánicas. En respuesta, la dieta humana podría incluir más alternativas a las proteínas animales, como insectos, plantas de alto contenido proteico y proteínas sintéticas. Estaciones alteradas, pueden reducir la variedad estacional de alimentos frescos en algunas partes. Los cultivos podrían trasladarse a nuevas zonas y podríamos depender más de alimentos importados de diferentes climas. Estos cambios sugieren que, debido al calentamiento global, podríamos ver una transformación importante en lo disponible en los mercados, en el acceso y precio de ciertos alimentos y en cómo formulamos dietas nutritivas y sostenibles.
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