Garum | La consulta a Juan Madrid

Leche para adultos, ¿sí o no?

El ser humano es el único mamífero que ha logrado tomarla más allá del destete, lo que resulta aconsejable, aunque una buena parte de la población no la tolera bien

Ginés Soriano

Jueves, 6 de abril 2023, 01:50

Disculpas por adelantado, porque vamos a darnos de leches con la leche sin rehuir ninguna arista de este asunto que levanta pasiones. Pero lo hacemos con la garantía de que los conocimientos y la experiencia del endocrino Juan Madrid nos van a resolver al fin ... las dudas sobre un alimento, el primero que tomamos en nuestras vidas, que es foco de uno de los debates más enconados sobre nutrición. «Mucha gente en la consulta me pregunta si los adultos pueden tomar leche», explica el especialista. Y lo suelen hacer esgrimiendo, casi como un arma blanca diríamos aquí, «la observación de que no hay ningún animal mamífero que la tome después del periodo de lactancia».

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«Sí a todo» es la respuesta del doctor. Nuestra especie sí puede tomar leche durante el resto de su vida tras el destete (e incluso es muy aconsejable que lo haga) ,y efectivamente es una cualidad que no comparte con ningún otro mamífero.

«El ser humano es el único capaz de tomar leche o sus derivados después del periodo de la lactancia porque ha sido el único capaz de mantener condiciones adecuadas y además hacer derivados de este alimento, como el yogur o el queso», expone Madrid. Sin embargo, seguro que usted conoce a alguien intolerante a la lactosa, o quizá su propio cuerpo lo sea. «Esto también es cierto: el 30% de las personas adultas no toleran la leche». El especialista explica que la lactosa, el famoso azúcar que contiene este alimento, está configurada por unas especies de cadenas de dos eslabones distintos: uno es la glucosa y otro la galactosa, que se separan en el intestino para poder entrar por el estrecho colador que permite su paso final a la sangre. Para lograrlo necesitan el concurso de la lactasa, que es una enzima de nuestro aparato digestivo que actúa a modo de tijeras ante esas cadenas, a las que parte, liberando la unión de glucosas y galactosas para que puedan pasar los pequeños agujeritos del filtro que conforma el intestino.

La clave está en la lactasa, por tanto, que no todo el mundo tiene. Es ese 30% al que le siente mal el alimento porque la lactosa no ha podido llegar a la sangre y acaba fermentando en el intestino. El resultado pueden ser gases, con las consiguientes molestias estomacales, y diarrea. «Este es el motivo por el que muchas personas no toleran la leche». En cambio, muchas de ellas sí toleran bien el yogur y el queso. Madrid explica que parte de la lactosa se transforma en ácido láctico cuando la leche se fermenta para convertirse en yogur, «y entonces tiene mucha menos lactosa que la leche normal».

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El queso, igualmente, «tiene mucha menos lactosa, incluso prácticamente ninguna», que la bebida de la que parte, así que, tanto en un caso como en otro, apenas se necesita el concurso de la lactasa para impedir que la lactosa se quede en el intestino.

Hoy en día, además, ya tenemos leche sin lactosa y leche con la enzima de lactasa añadida para separar la glucosa de la galactosa, de modo que no se produzca ninguna intolerancia.

Pero, ¿conviene?

Así que poder, como hemos visto, sí se puede tomar leche en general. Pero, ¿conviene? Juan Madrid nos responde también aquí con otro rotundo sí, para seguidamente detallar qué nos aporta este alimento cuando somos adultos. Un vaso de leche, de 250 centímetros cúbicos, contiene unos 14 gramos de azúcar, en forma de la, para algunos bastante puñetera, lactosa de la que acabamos de hablar, «pero tiene también nueve gramos de proteínas, de muy buena calidad biológica; nueve gramos de grasa y unos 31 milígramos de colesterol». Se trata de macronutrientes (sustancias esenciales para desarrollar el organismo) que además vienen acompañadas en el blanco líquido por una buena cantidad de vitaminas A, D, B1, B2,... Un vaso de leche también incluye unos 250 miligramos de calcio y otros tantos de fósforo. «Por tanto, es un alimento que nos aporta una cantidad considerable de proteínas, de vitaminas y de minerales», explica Madrid.

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Intolerancia china y más historias de la leche

  • En el origen Los estudios del genoma en distintas razas y países han probado que, en origen, la lactasa, que nos permite asimilar la leche, estaba programada para desaparecer tras la lactancia, ya que la humanidad primitiva dejaba de tomar leche al llegar a esa edad y ya no necesitaba esa enzima. Aún hoy, a partir de los cuatro años, la lactasa disminuye y hay adultos que apenas la tienen y no toleran la leche.

  • Hace 10.000 años Hace unos 10.000 años (400 generaciones) apareció una mutación en un gen del cromosoma 2 que anula esa incapacidad genética para digerir la leche a partir de una edad temprana, lo que ha permitido al ser humano tomarla a lo largo de toda su vida. Siguiendo la teoría de Darwin, este hecho posibilitaba una mejor alimentación y, por ende, mayores probabilidades de supervivencia y de mejorar la especie al transmitirse de padres a hijos esta mutación, que se dio sobre todo en zonas donde se pastoreaba.

  • En el lejano oriente Es cierto que los chinos no tienen activado el gen que produce la lactasa, aclara el endocrino. En su geografía no ha existido la misma tradición de pastoreo, explica, «y, por tanto, esa mutación no se produjo» y solo el 1% tolera ahora la leche.

Con estas premisas resulta muy recomendable consumir el jugo de las ubres. ¿Cuánto? El endocrino sugiere que una persona adulta «debería de tomar dos vasos de leche al día o su equivalente en yogur o queso fresco». La correspondencia son unos dos yogures u 80 gramos de queso fresco como equivalentes a un vaso de leche. Por otra parte, si el adulto tiene sobrepeso u obesidad «sería aconsejable que la tomara desnatada o semidesnatada».

Para el caso de mujeres embarazadas o en la menopausia, «deberían aumentar la cantidad de lácteos, al menos a tres vasos de leche al día, y en estos casos deberían tomarla suplementada en calcio y vitamina D».

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En síntesis. Somos un caso único en el reino animal tomando leche en edad adulta, sí, pero qué rica y qué saludable es. Excepto para casi un tercio de la población, en la que la evolución no ha seguido los mismos pasos que el resto y no tolera la lactosa. Pero, aun así, pueden, y se aconseja, que la tomen en forma de yogur y queso, o incluso tal cual si se trata de una leche sin lactosa o con lactasa añadida, que existen en la actualidad. Más resumido aún: que sí se puede tomar leche, leche.

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