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Comedor de La Tropical. J.M. Rodríguez / AGM
La Tropical, entre el mar y el fuego
Garum | La crítica

La Tropical, entre el mar y el fuego

El restaurante ostenta el título a mejor parrilla de España tras ganar el prestigioso concurso en San Sebastián, pero mantiene platos marineros por su cercanía a la playa

Jueves, 26 de octubre 2023, 00:34

La Tropical es un clásico de Los Alcázares. Su diversidad de platos en la carta e incluso en la forma de vivir la experiencia en tres zonas bien diferenciadas -barra, comedor y terraza-, lo convierten en un todo incluido que merece la pena visitar.

A mí es la barra lo que más me gusta de La Tropical. La influencia vasca a la hora de sacar diversos 'pintxos' en la vitrina se suma a los clásicos regionales que nos acompañan durante el último medio siglo. Pero además, aquí le dan un pequeño giro a todo, haciéndolo más grande o introduciendo algún elemento que redondee el plato. Pero en esta ocasión me siento en la terraza. Además de hacer una temperatura ideal para estar al aire libre, el comedor tiene las mesas un poco apiñadas y mi intención es probar una chuleta prima hermana de las que cocinaron en el concurso nacional de San Sebastián Gastronómika y que le dieron el primer premio al aire libre. Este hecho, que puede parecer baladí, supone que esta es la primera parrilla no vasca en hacerse con el premio nacional tras más de una década de reinado norteño. Casi nada. Y, además, con Mohamed el Hamdy al al frente de la expedición junto la estimable ayuda de Mariano García, un parrillero con más horas frente a los fuegos de una parrilla que un maquinista del siglo XIX.

7

  • Cocina

    6/10

  • Calidad/precio

    6/10

  • Servicio

    7/10

  • Local

    6/10

  • Bodega

    8/10

  • Dirección Cta. Santa Teresa, 66.

  • Teléfono 968 575 005.

  • Horario Cierra los martes.

  • Precio medio Unos 60 euros por persona.

El caso es que el premio se vino a la Región y yo no podía esperar más para probarla. Antes, algunos entrantes de una carta de esas a las que hay que hacerles varias visitas. Desde la marinera templada con atún rojo marinado, pasando por las gyozas de langostino, almejas al ajillo con piñones y jamón, ostras o ceviche de lubina y helado de cilantro y lima, y terminando con unos mejillones al curry, por ejemplo. Además, arroces de pato, foie y calabaza; pulpo con almejas; bogavante; marisco; negro de sepia y ajos tiernos o caldero; pescados a la brasa y a la plancha y las premiadas carnes.

Como aperitivo de bienvenida llegan unas patatas chips recién hechas deliciosas. Para acompañarlas pido algo con vinagre y me acercan unas gildas tamaño XXL en una brocheta gigante. La anchoa y las guindillas no reposan en aceite de oliva como suele ser habitual y el resultado es un poco más seco que las originales. Entre plato y plato, el camarero me saca una bandeja metálica con ocho costillas de vaca Frisona con treinta días de maduración para que elija la que me quiero apretar. La verdad, que todas de un aspecto delicioso.

Mientras se atempera, no me resisto a pedir el tuétano a la brasa con steak tartar. El aliño de la carne bastante suave en los ácidos, junto con el hueso pasado por la brasa hace un contraste que bien merece la pena. Pido tostadas y me traen unas industriales que no están nada mal, pero me imagino un pan de pueblo en rebanadas crujientes con un poco de mantequilla donde apoyar la carne cremosa y el steak y creo que ganaría. Muy ricas las ostras francesas Gilardeau, la hueva de mújol de pellizco y más pasables encuentro los chirretes con huevos fritos y trufa. Unos pimientos de piquillo asados en el horno de brasas y, por fin, la chuleta de Frisona con la que el restaurante se llevó el oro en parrillas.

J.M. Rodríguez / AGM

El punto de la carne queda perfecto y el calor del plato la mantiene a temperatura en la mesa sin pasarla. Bien de sabor, sin una maduración muy persistente, dejando que la carne se exprese tal cual. Repelo el hueso como un perro sarnoso y confirmo el hecho de que, siendo una buena costilla, la diferencia con el resto de parrillas que tenemos en la Región no es tan clara como pudiéramos pensar, y puede que tampoco sea diferente a las del norte. Quizás es que llevamos haciendo chuletones varios lustros en la Región tan bien hechos -en el El Sordo, El Portillo, La Pilar, El Pincho de Castilla o tantos otros-, pero necesitábamos que vinieran de fuera a decirnos lo buenos que somos. Pues sí, lo somos.

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