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El cartel de la fachada de TR39 tiene pinta de ser fruto de la Inteligencia Artificial. Las mesas de la terraza a cubierto, una barra para un vermú rápido y dos zonas de comedor con mesas de manteles blancos de tela, buena cristalería y, como digo, un servicio dirigido con maestría por Ruth Rueda y, en la zona de vinos, por Eduardo García.
El restaurante apuesta con fuerza por cubrir un espacio vacío en Molina de Segura, donde una buena oferta gastronómica vaya acompañada de un servicio de sala de gran nivel. Y esta pareja lo consigue con creces gracias, en gran parte, a una dilatada trayectoria de ambos en el mundo de la hostelería.
La verdad es que podrían haber montado un bar de pueblo de barra metálica, de jubilados con mondadientes, de servilletas arrugadas en el suelo, litros en la terraza y calamares rebozados como la extinguida y queridísima Higuera, que tantos días de gloria nos dio a los que vivimos por la zona, pero Ruth no sabe hacer eso. Ella está preparada para hacer feliz a la gente desde el saber estar y desde un servicio de sala correcto, sin colegueos. Pero es que además, ha conseguido que su cocina represente en gran parte su temperamento internacional con algunos platos de influencia árabe, aprovechando que una cocinera lo es y hace una cocina tradicional deliciosa como la pastela de marisco o pollo; y algunos bocados más populares como vieiras, torreznos, almejas o calamares.
6
Cocina
6/10
Calidad/precio
6/10
Servicio
8/10
Local
6/10
Bodega
8/10
Dirección Paseo Oporto, 13
Teléfono 672 559 329
Horario Cierra lunes todo el día y martes y domingos por la noche
Precio medio Unos 50 euros por persona
Para mí, uno de los puntos fuertes del local son las brasas. Pero más allá de que cualquier pieza cocinada al fuego directo multiplica su valor, es que en TR39 hacen también el pescado, lo que abre una puerta infinita de placer. La corvina sale muy bien marcada en el exterior, generando ese efecto maillard que hace que los azúcares afloren y que el bocado sea adictivo. En el interior, jugosidad y punto perfecto. Una línea de salsa verde -ajo y perejil- amenaza con fastidiarme el plato, pero llevo cuidado y ni la carne del pescado toca la salsa, ni las estupendas verduras que hacen de guarnición. Calabacín, berenjena y pimientos, también pasados por la brasa, sin exceso de aceite y muy tiernos. Como debe ser.
La vieira llega a la mesa abrazada a una gamba y coronada con un poco de alioli con un poco más de aceite del que debería. A mí no me resulta atractiva. Todo lo contrario que los torreznos, crujientes y con una salsa chipotle o la alcachofa a la brasa con parmesano y salsa monastrell y membrillo, siempre que te gusten los contrastes entre dulce y saldo.
Riquísima la pata de pulpo, el calamar nacional a la brasa o el mundo cárnico, donde encontramos costillar de cerdo adobado; pluma, chuletas de cordero o entrecot de vaca madurada, todo, por su puesto, a la brasa.
Termino con una buena torrija -no por el vino- y un cóctel americano que Edu me prepara en un abrir y cerrar de ojos y dejo para la próxima, el tajín, el cus cus y el arroz meloso.
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Carlos G. Fernández y Lidia Carvajal
Fuensanta Carreres
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