El Sanguchón, peruano y casero

Todo limpio, pero sin remilgos innecesarios. Camareros jóvenes y la dueña, una señora encantadora que va mesa por mesa preguntando qué tal va la cosa y aclarando algunos matices. «El ceviche no lleva mucha salsa, no hace falta una cuchara», apunta.

Para un bocata puedes pedir el chicharrón, el de pollo deshilachado, el de cerdo asado, el triple, el choripán, el sándwich club, el hawaiano o el vegetal. Patas fritas, pinchos de pollo, salchipapas o yucas fritas; y lomo saltado, tallarín saltado, jalea de pescado y marisco o arroz, entre otros.

Con la primera cerveza llegan a la mesa como aperitivo de bienvenida unos granos de maíz más grandes de lo normal, recién fritos (aún calientes) y con un buen punto de sal. Para entrar en materia, comienzo con copa de mejillones. Los bivalvos han sido cocidos y rellenados de un pico de gallo a base de cebolla, tomate y cilantro, con un punto de picante fresco y unas hojas de lechuga. Un entrante ideal para abrir boca que se acerca un poco a la cocina mexicana.

El ceviche lo ofrecen con gambas, con pescado y marisco o con todo junto. Me sugieren el que lleva de todo y cae en mi mesa en forma de montañita de frutos del mar mezclados con cebolla y cilantro y una base de maíz, en este caso dulce y cocido y de otra variedad más plana. También encuentro maíz frito más grande, calamares, gambas, chile fresco, lechuga y boniatos, que le aportan un descanso al plato entre tanta acidez, cilantro y picante que uno agradece. Yo soy más de tomar el ceviche con cuchara e ir cargando pescado con la salsa a base de limón o lima. Me gusta mucho el que hace, precisamente en Mazarrón, Eduardo en Bruma, del que podría beberme medio litro de salsa a palo seco. El caso es que el de El Sanguchón es un ceviche con menos salsa, pero con un buen producto y muy bien condimentado.

Pruebo las típicas patatas fritas -congeladas- con queso fundido para sacar el gordo que llevo dentro durante diez minutos y me quedo con unos estupendos bastoncitos de yuca fritos mucho más inspiradores y recomendables.

Pero lo que realmente es una locura es el arroz chaufa. Repleto de tropezones como huevo, carne y verduras, lo mejor de todo es esa forma adictiva que tienenen América de cocinar el arroz y saltearlo dejándolo con un sabor umami del que es difícil alejarse hasta que el plato está vacío. De hecho, pido dos platos. Merece la pena.

Sabores cítricos, buenas frituras con aceites limpios, un arroz salteado adictivo, un entorno que nos reconcilia con el mundo sencillo y una dueña siempre sonriendo con la que me quedo las ganas de hablar toda la noche para conocer más de la cocina peruana.