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El gran Paco Fuentes, hostelero murciano y propietario de El Palacete de la Seda, se instaló hace unos años en el Casino de Orihuela para ofrecer una cocina seria, de producto y servida con la seriedad que le gustan las cosas. El espacio parecía pedir a gritos eso: mantel blanco, pajarita y platos tradicionales que todo el mundo conozca. Ahora, bastantes años después, la cocinera y empresaria Davinia Martínez ha tomado el relevo de Fuentes, pero aplicando un aire actual en la propuesta, en donde el estilo clásico del edificio se integra a la perfección con platos de sushi, platos tradicionales, buenas carnes, embutidos, mariscos y arroces. Y todo, en tres espacios diferenciados donde uno puede disfrutar de un comedor de restaurante más formal, un bar de tapeo y una coctelería. Lo que se podría denominar, una experiencia 360.
Los camareros con pinganillo me ponen nervioso. No sé si cuando les estoy hablando y ponen la mirada fija en el horizonte están recibiendo alguna indicación importante o es que el Murcia ha tenido una ocasión de gol y se la están soplando al oído. Excepto este detalle, multitud de camareros muy atentos van tomando la comanda y trayendo los platos seleccionados. De la carta me llama la atención que haya tres ensaladillas -con lubina; con gambón y buey de mar, y con surimi y lombarda-. Pruebo la de lubina y realmente está conseguida. Viene tapada, muy moderna ella, con las tostas hipercrujientes que sirven de apoyo para embaularmela. Buena ostra con lima y huevas de aceite y el arroz con costra que sale con el menú del día y que se alzó con el primer premio del concurso de la zona. El arroz, especialmente sabroso y agradable. Para quien no sepa de qué va el tema, este típico arroz lleva embutido, pollo y conejo que, a su vez, a media cocción, se cubre con huevos batidos que se cuajan en la parte superior. De ahí la costra.
Muy bueno el bikini con queso y pasta de trufa y de buen nivel los cortes de atún de la sección de platos nipones. Buen arroz en los uramakis y una presentación cuidada tanto en la mesa que me recibe, como en cada unos de los platos que van saliendo de cocina.
De plato fuerte pido rodaballo, a sabiendas de que no me va a enamorar. Por operativa este pescado se filetea para racionarlo mejor y a mí,todo lo que no sea cocinar piezas enteras de pescado, me resulta descafeinado. Además, aquí la guarnición de setas está gomosa, aunque unos pequeños brotes verdes dan color e intentan disimular el margen de mejora que necesita. Buen punto del pescado, por cierto.
7
Cocina
7/10
Dirección C/ Loaces, Orihuela.
Me queda un poco de vino en la copa y en vez de terminar con un dulce, pido una tabla de quesos. Los picos alargados y huecos y las variantes de frutos secos con pipas y piñones son estupendos y una prueba más de que Davinia está en los detalles.
Me quedo con las ganas de probar una buena carne, tomarme un margarita en el bar o asomarme a la azotea a ver las vistas sentado en una mesa alta y recordar aquello de «La cebolla es escarcha cerrada y pobre: escarcha de tus días y de mis noches…».
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