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Uno de los camareros prepara las mesas en el comedor del restaurante. Antonio Gil / AGM
La Barraca, mar y mero
Garum | La crítica

La Barraca, mar y mero

Ha conseguido mantener el producto mazarronero de primera calidad creando varios ambientes informales y un servicio muy correcto en la batalla

Jueves, 28 de marzo 2024, 00:59

Desde mi última visita a La Barraca de Puerto de Mazarrón había pasado una década. A pesar de haber sufrido una reforma importante, convirtiéndose en un restaurante más confortable, la idea de ser un negocio de batalla, de acoger a mucha gente y de ofrecer un servicio rápido sin renunciar al mejor producto no se ha perdido tras los apliques de pintura y ladrillos. De hecho, La Barraca mantiene un menú del día que le genera un trasiego de clientes importante. Tanto, que para acceder a mi mesa del comedor tiene que levantarse una señora para dejar paso, porque de otra forma es imposible. Y no porque uno sea de grandes dimensiones, que también, sino porque, a mi entender, ese afán de atender a todos los clientes que acuden a la hora de comer hace que estemos todos un poco apiñados.

Salvando este detalle, La Barraca es uno de los rincones más recomendables de Mazarrón. Los camareros se mueven con soltura y manejan la información de la carta en varios idiomas para aclarar dudas a sus clientes, de toda clase y condición, y el pescado que descansa en hielo picado en la vitrina de la entrada al local ya nos adelanta que la experiencia, a poco que en cocina no se equivoque, va a ser buena. La barra también funciona, por si en vez de hacer una sentada, prefieres apoyar el codo.

Tomate de Mazarrón, carpaccio de bacalao, salmón ahumado, calamar a la andaluza, chopitos, anchoas, berberechos en conserva, alcachofa rebozada con miel, gambas al ajillo, escalopines de foie con reducción de Pedro Ximénez -todavía existen-, arroces marineros; carnes -chuletón, costillas de cordero, solomillo…-, pescados y mariscos de la lonja de Mazarrón y Águilas como dentón, mero, abadejo, salmonete o calamar de potera; y otros fijos de la carta como lubina, dorada, lecha, boquerón frito o atún de ijada son algunos de los platos que conforman la amplia carta del establecimiento.

6

  • Cocina

    7/10

  • Calidad/precio

    7/10

  • Servicio

    7/10

  • Local

    5/10

  • Bodega

    5/10

  • Dirección Calle La Torre, 13.

  • Teléfono 968 594 402

  • Horario Cierra domingos por la noche y lunes todo el día.

  • Precio medio Unos 50 euros por persona.

Las piezas salvajes de la lonja las sirven enteras, y el mero de la vitrina que me ha puesto ojitos al entrar pesa más de un kilo. El camarero me ofrece hacerme medio pescado al horno con patatas, cebolla, tomate, vino blanco y piñones en una combinación murciana infalible. Además, me ponen la media cabeza y la espina, por lo que entre la salsa, el punto perfecto del pescado e ir repelando espinas minuciosamente, os aseguro que paso media hora de placer como hacía tiempo. Delicioso.

Antes, una cigala -130 euros el kilo- a la plancha abierta en libro con sus huevas que confirma el buen producto que gasta La Barraca y, junto al mero, también la buena mano que hay en la cocina. Riquísima.

El resbalón del día llega a la mesa en forma de croqueta. Fría en el interior y sin un sabor definido, la dejo estar. Muy aconsejable, sin embargo, encuentro el mítico pastel de cabracho que Juan Mari Arzak popularizó en 1971 y que suelo encontrarlo mucho más insípido que el de La Barraca. Buen plato. Además, viene con tostadas caseras de barra de pan y un alioli actualizado con salsa kimchi que le va de cine.

Termino con dos gambas rojas de un tamaño discreto -a 100 euros el kilo- y perfectamente tratadas donde el jugo de sus cabezas queda cocinado en su interior con ese sabor salino y yodado que la han convertido por derecho en la reina de los mares.

El medio kilo de mero me deja sin postre. Me despido de La Barraca charlando con una pareja de guiris que han comido el menú diario y han fotografiado el pescado antes y después de cocinarlo prometiendo volver a empujarse uno en su próximo viaje a Mazarrón, un buen destino gastronómico en verano y un paraíso en primavera.

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