Un aperitivo murciano japonés en la taberna nipona Wakamono

Las tabernas llevan dando de comer en Japón desde tiempos inmemoriales. Izakayas las llaman ellos y, en la Región, fue precisamente Izakaya Okina la que nos enseñó a mucho de nosotros que la cocina japonesa no solo era elegante y delicada como la de los pioneros Enso Sushi, sino que uno puede ponerse como el Kiko a bolitas de arroz con pescado crudo en un entorno de bar de barrio sin que la cocina pierda calidad.

Ahora sigue esta estela de Izakaya el flamante Wakamono. Situado en la céntrica calle Radio Murcia, muy cerca de Cetina, el nuevo restaurante japonés dispone de una cocina vista, un comedor pequeño, mesas altas con taburetes metálicos y la informalidad de un bar de pueblo muy acorde al contexto. Imagino que la intención es la de rotar mesas, y me parece muy bien, que los alquileres en esa zona deben de ser tremendos y si el comensal quiere hacer sobremesa, tiene a Glea justo al lado para tomarte uno de los mejores dulces del panorama regional o, como yo prefiero, un café irlandés y uno de los mejores gin tónic de la capital en el entrañable bar Parlamento, donde además, si eres socio, te puedes fumar un puro reclinado en un cómodo sillón de madera hablando de lo mal que está la vida.

A Wakamono vamos a comer sushi. La vajilla del local es de metal, bastante acorde con la experiencia global, y la carta, bastante corta si eres un verdadero pura sangre. No voy a alardear de la cantidad de piezas de sushi que puedo llegar a meterme, pero os aseguro que la carta de Wakamono me la ventilo sin pestañear. Niguiris de shitake, pez mantequilla, aguacate, atún, salmón, flameados, con foie, de hueva de mújol en semisalazón y de wagyu a5; Sashimi de pez mantequilla, salmón y atún; makis de pepino y aguacate, langostinos, salmón noruego y atún rojo; uramaki vegano, de salmón, de atún, tartar picante, langostino y chutoro, combinados con espárragos, pepino, micromezclun, salsa nikkiri, mayonesa de siracham kimchi y cebolleta verde entre otros ingredientes.

Comienzo con una ensalada de algas wakame con sésamo y unos niguiris de salmón, anguila y de hueva semicurada con una buena cantidad de almendra frita picada por encima. Lo más parecido al aperitivo murciano en forma nipona. El sashimi de atún viene muy bien presentado y con cortes de un buen grosor. Me acompaña toda la velada el wasabi kizami, hecho con las hojas de la raíz. Todos los platos llegan a mi mesa con una buena cantidad de furikake -mezcla de condimentos deshidratados ligeramente picante- lo que realza el sabor de cada bocado y ayuda a la ingesta de cerveza.

Estupendos los uramakis de salmón flambeado y de atún rojo con ralladura de almendra, tartufata y salsa PX y un tanto excesivo el niguiri que hace las veces de postre y traca final de wagyu a5 -gran calidad- con una lámina de oro comestible que luce en las fotos de maravilla, pero no se nota en nada en la boca.

En definitiva, Wakamono cumple con lo que promete con solo poner un pie en el interior. Buena cocina en un entorno tabernario e informal para que se meta todo el que pasa por la puerta y algunos gestos personales en las combinaciones de uramakis que, sin llegar a ser un japo con cien salsas extrañas, le dan un toque diferente al resto.

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