El 'tiktoker' Cenando con Pablo visita el restaurante Cabaña Buenavista de Murcia: «Me ha gustado, pero…»

En esta ocasión, se ha decantado por poner a prueba el restaurante con más estrellas Michelin de la Región de Murcia: Cabaña Buenavista, de Pablo González Conejero, que cuenta con dos de estos galardones. Una finca ubicada en la pedanía murciana de El Palmar y que atesora también tres Soles Repsol. El menú degustación que ha escogido para probar junto a la 'influencer' Sherezade es el más caro del local. Se llama 'Experience', cuesta 175 euros por comensal y propone un viaje regional.

Para abrir boca, inician con una versión de la clásica marinera, que sustituye la rosquilla por unos palos y viene coronada por una sardina ahumada. Una alternativa que no les recuerda en sabor a la tapa por excelencia de la Región por la alta concentración de aceituna negra. El viaje culinario continúa en otro 'stand' de los jardines con una tartaleta de tomate decorada con una hoja de acelga en el centro.

Tras estos aperitivos, la pareja de 'tiktokers' accede al interior del restaurante, donde les ofrecen un bocado versionando el clásico 'matrimonio'. Ambos concuerdan en que la fusión de la anchoa y el boquerón sabe más a mantequilla que a pescado. Entre las recetas que se van sucediendo, destacan las gambas a la plancha por su potente regusto a rosas y una alternativa original al tradicional zarangollo.

Uno de los momentos más graciosos ocurrió tras probar una curiosa versión del caldo con pelotas, ya que la albóndiga se presenta en solitario y el caldo es realmente una especie de infusión que sirven en una copa. «Me ha sucedido algo extraño; me salen cosas por la nariz», confiesa Pablo, que también bromea con que tiene mucha hambre porque «estos 'platitos' no llenan». Por otro lado, el 'influencer' aplaude la elección de la música de ambiente, que hace un guiño a artistas de la Región.

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El desfile continúa con bocados como una coliflor con caviar, una alcachofa en textura con crema de paparajote, michirones murcianos, atún encebollado y mero con potaje, entre otros. Para culminar la experiencia, degustan dulces de distintas localidades de la Comunidad, como Ojós, Caravaca de la Cruz y Cartagena. En total, catan varios entrantes, tres principales, diversos quesos autóctonos y tres postres.

El momento estrella, como es de esperar, llega de la mano de la cuenta. Una cuestión que Pablo asegura entre risas que «no va a molar tanto». Aunque ya saben el coste de la experiencia, la duda surge con el agua: después de pagar 175 euros, ¿va incluida? Tras hacer una porra, descubren que deben abonar las dos botellas consumidas, que cuestan 3,30 euros cada una.

«Me ha gustado, pero le doy un 6», expresa Pablo, que justifica que le ha faltado emocionarse y sorprenderse un poco más. Aunque no lo dice por este restaurante en concreto, hace una reflexión sobre algunas estrellas Michelin. En su opinión, a veces se olvidan de hacer «un plato rico» y se centran más en el «ego» de saber que son «capaces de hacer esto con esto», lo que repercute en que «no brillen tanto».