La digestión es un proceso metabólico y, como tal, genera calor. Sin embargo, la cantidad exacta de calor generado durante la digestión puede variar según diversos factores, incluyendo la composición y cantidad de los alimentos consumidos. El término técnico para el calor producido durante la ... digestión y el metabolismo de los alimentos se denomina 'efecto térmico de los alimentos' (TEF, en inglés) o 'termogénesis dietética'. Concreta la energía requerida para procesar los alimentos que ingerimos, es decir, para: digerir, absorber y almacenar los nutrientes. El TEF, generalmente representa en torno al 10% del total de calorías consumidas y varía dependiendo de los macronutrientes de los alimentos ingeridos.

Publicidad

Tiene interés el desglose del efecto térmico de los diferentes macronutrientes. Las proteínas tienen el mayor efecto térmico, con alrededor del 20-30% de las calorías consumidas a través de las proteínas quemadas durante su digestión y metabolismo. Le siguen los carbohidratos, con un efecto térmico que oscila entre el 5-10% de las calorías consumidas. Finalmente se sitúan las grasas que tienen el menor efecto térmico, con alrededor del 0-3% de las calorías quemadas durante su digestión y metabolismo. Por lo tanto, si una persona consume una comida rica en proteínas, lo normal es que experimente un aumento más notable en la termogénesis dietética en comparación con una comida rica en grasas.

Pero, aunque la digestión genera calor, no aumenta drásticamente la temperatura corporal, dado que el cuerpo humano tiene mecanismos efectivos para regular su temperatura interna. Es poco probable que la simple digestión lleve a un aumento significativo de la temperatura, aunque puede haber una ligera elevación. Por supuesto, otros factores, como el ejercicio físico o la enfermedad, pueden afectar la temperatura corporal de manera más acusada.

Por otro lado, una temperatura exterior de 45 grados centígrados, que es extremadamente alta, puede tener diversas implicaciones sobre el cuerpo humano y sus funciones, incluida la digestión. Dado que el cuerpo trabaja para regular su temperatura interna, una mayor cantidad de sangre se dirige hacia la superficie de la piel para liberar calor al ambiente, mediante la sudoración, dado que para evaporarse el sudor requiere absorber el calor latente de evaporación del líquido, y rebaja la temperatura. Como consecuencia, puede haber menos sangre disponible para el proceso de digestión, que puede ralentizar la digestión y provocar incomodidad después de comer.

Publicidad

Además, una elevada temperatura exterior puede provocar la disminución del apetito, debido a que si la digestión genera calor interno y el cuerpo estará tratando de enfriarse, disminuirá el deseo de ingerir alimentos que generan aquél. Además, una elevada temperatura exterior puede llevar a una rápida deshidratación, que afectará a la digestión, ya que el agua es esencial para muchas funciones digestivas, incluyendo la producción de saliva y jugos gástricos, así como el movimiento adecuado de los alimentos a través del intestino. Náuseas y vómitos, son frecuentes. Finalmente, los alimentos se descomponen más rápidamente con altas temperaturas al multiplicarse las bacterias, con el riesgo de intoxicación alimentaria que inciden en el sistema digestivo.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Infórmate con LA VERDAD: 1 año x 29,95€

Publicidad