Una multitud acompaña a la Fuensanta en su camino hacia el monte, tras los dos años de parón obligado por la pandemia. Vicente Vicéns / AGM
Romería de la Fuensanta

Un río de fieles en Murcia con la Morenica

La Romería de la Fuensanta congrega a decenas de miles de devotos después de dos años en blanco

Rebeca Martínez Herrera y EUROPA PRESS

Martes, 13 de septiembre 2022

Devoción multiplicada. Los murcianos volvieron a demostrar este martes la pasión que sienten hacia la Virgen de la Fuensanta en una Romería multitudinaria que no se celebraba desde hace dos años. El fervor contenido se manifestó desde las siete de la mañana, cuando el obispo de la Diócesis de Cartagena, José Manuel Lorca Planes, ofició la misa de despedida ante una Catedral abarrotada de fieles, en la que la esperanza fue protagonista. «Los meteorólogos y los políticos han anunciado tiempos difíciles. No tened miedo, tened calma y confianza. Dios nos guiará», destacó en su homilía. Lorca Planes instó a los romeros a «caminar con ilusión. No solo hoy, sino toda la vida». Palabras con las que hizo un símil entre los pasos para ir al monte y los que marcan la experiencia vital.

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Acababa de amanecer y Francisco Sánchez ya había perdido la cuenta de los miles de pasos que llevaba dados antes de que la Patrona de Murcia saliera de la Catedral para emprender el camino de vuelta a su santuario de Algezares. «Vengo andando desde Balsicas con mi hermano y dos amigos», explicó con los pies descalzos. «Salimos anoche a las doce y hemos llegado a las seis de la mañana. Es una promesa de mi madre que mantengo desde hace catorce años. Mientras podamos y la Virgen nos dé fuerzas, vendremos».

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Galería. Una mujer acerca a su bebé a la Fuensanta en mitad de la romería de este martes. ROS CAVAL / agm

«No hay otra cosa igual»

Dolores Rubio y su hija, Fuensanta Benavente, son otro ejemplo de las historias de fe que hay alrededor de la Morenica. «Tuve complicaciones en el embarazo y me encomendé a la Virgen. La niña se iba a llamar Elena, pero al final le puse Fuensanta», rememoraba esta fortunera que se pidió el día libre en el trabajo para no perderse la Romería. «Para mí no hay otra cosa igual», aseguraba pocos minutos antes de que la Patrona de Murcia saliera por la puerta del Perdón de la Catedral entre vítores y aplausos, vestida para la ocasión con un manto de lana azul con bordados en blanco que le regaló hace treinta años la peña huertana La Pava. Eran las 8.08 horas y decenas de miles de romeros ya la esperaban en la plaza Belluga para emprender una subida al monte a la que se fueron uniendo peregrinos durante todo el recorrido.

Las mellizas Carmen y María Jesús Rosagro, de 77 años, usaron sus andadores para abrirse paso entre la multitud devota. «¿Cómo es posible que haya tantísima gente?», se preguntaban las hermanas. Una de Santiago y Zaraíche y la otra de Patiño, se reunieron a primera hora para coger el tranvía -que les llevó hasta la Circular- e ir al encuentro de la Virgen. «Es lo que más quiero y le tengo mucha fe. De crías veníamos en carro con nuestros padres la noche anterior», recordaba María Jesús, pendiente del cielo encapotado, que rompió en una fina lluvia cuando la Virgen llegó a Santiago el Mayor. Motivo por el cual fue protegida con un plástico durante hora y media.

Una fina lluvia hizo que la Morenica tuviera que ser protegida con un plástico desde el Progreso hasta el puente del Reguerón

Devoción sin fronteras

El paso por el puente de los Peligros y la despedida de la ciudad en la iglesia del Carmen volvieron a ser momentos señalados en esta cita con la tradición que congregó a muchos romeros de fuera de la Región. Es el caso de Joaquín Peñas, un catalán con raíces murcianas y un sentimiento muy fuerte por la Morenica. «Mis abuelos eran de Beniel y emigraron a Barcelona. Allí la Patrona de Murcia es muy conocida y tenemos una réplica en la Hermandad Virgen de la Fuensanta de Sabadell, a la que sacamos en romería en mayo», detallaba con lágrimas en los ojos.

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Reme Riquelme, de La Matanza de Orihuela, es otro ejemplo de que la devoción no entiende de fronteras. «Es la primera vez que vengo a la Romería, pero en 2001 recorrí caminando los 27 kilómetros que hay desde mi casa al santuario por una promesa», contaba mientras reconocía que le da por llorar cuando ve a la Virgen.

A Laura Amorós también se le remueve algo cuando está cerca de la Morenica. «Desde que vivo fuera le tengo más devoción. El año que viene me caso y lo haré en el santuario», adelantaba esta murciana afincada en Madrid.

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La llegada a Algezares fue uno de los puntos donde mayor fervor alcanzó la Romería, que acabó con la entrada de la Fuensanta a su santuario a las 14.22 horas entre un baño de cariño.

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