Salvación y fiesta en el Cartagonova

Justo premio para los héroes de una epopeya que se recordará durante décadas en el cartagenerismo. No es un ascenso, pero se celebró como si lo fuera. Y eso significa que es un ascenso. Porque el equipo estaba virtualmente descendido en Navidad y, tras firmar la mejor vuelta de su historia y rebasar los 34 puntos del equipo de Juan Ignacio Martínez en 2009 y los 33 del conjunto de Luis Carrión en 2022, se ha salvado incluso con holgura. Honor para un vestuario que liderado por unos veteranos que nunca escurrieron el bulto han hecho lo más difícil en el fútbol: esquivar el desastre y abrazar la gloria. No son estrellas del fútbol, pero en Cartagena nunca se olvidarán los nombres de Pedro Alcalá, Gonzalo Verdú, Damián Musto, Mikel Rico y Alfredo Ortuño, cinco tipos que tiraron del carro y contagiaron a un grupo sano que creyó en lo que sus 'mayores' les inculcaron. Y lo sacaron.

Honor para Julián Calero. Si la peor decisión que ha tomado Paco Belmonte en sus nueve años de gestión en el Efesé fue apostar por Víctor Sánchez del Amo para sustituir en el banquillo a Luis Carrión, la mejor fue la que tomó siete jornadas después de comprobar que se había equivocado -y de qué manera- contratando al exjugador del Real Madrid. El Cartagena y Calero cruzaron sus caminos en el momento preciso. El Cartagena, en su peor crisis en nueve años, se puso en manos de Calero. Y Calero construyó el milagro más grande de su carrera. Haga lo que haga este verano, él ya es un mito en el Efesé. Aunque se vaya, su leyenda aquí perdurará.

Máximo reconocimiento también para Paco Belmonte, Manuel Sánchez Breis, Joaquín Martínez y el resto de la comisión deportiva albinegra. El Cartagena es el mejor equipo de 2024 con el segundo límite salarial más bajo de la categoría, solo más elevado que el del Amorebieta. Quinta temporada seguida en Segunda de un proyecto sobresaliente, de una magnitud desconocida por estos lares. Hoy, embrozados por la maleza de un presente convulso, nos tomamos el chocolate de espaldas. Cuando pase el tiempo y el presente no sea más que pasado, todo se valorará en su justa medida. Llegará ese momento en el que el bosque no sea tapado por los árboles.

El Cartagena se salvó a lo grande. Tal y como merecía. Empezó con una marca más, ante un Tenerife que llegó al Cartagonova con la intención de apurar sus últimas -y remotas- esperanzas de meterse en el 'playoff'. Ciertamente, la actitud de los visitantes reveló que creían poco en esas posibilidades de alcanzar la sexta plaza. Mordió el Efesé y pronto se adelantó, tras una estupenda incursión de Jairo por la izquierda y una maniobra estupenda de Ortuño en el pórtico del área chica.

Despertó el Tenerife, con Enric Gallego generando bastantes problemas a Kiko Olivas y Alcalá. El ariete chicharrero soltó un zurdazo que iba directo a la escuadra y se fue por poco. Nacho y Buñuel quisieron percutir por ambos costados, pero se toparon con dos laterales imperiales, Iván Calero y Fontán. Hay que pararse aquí. Ambos han completado una segunda vuelta que les abre de par en par las puertas de la Primera División. Están a un nivel superlativo los dos laterales del Efesé.

En el descuento del primer tiempo, en una acción que parecía muerta tras varios rechaces después de un saque de esquina, Alcalá metió la cabeza para buscar un penalti que encontró. Tuvieron que avisar desde la sala VOR a Moreno Aragón, quien descubrió que Mellot había golpeado en la cabeza al capitán del Cartagena de un modo tan evidente como innecesario. Ortuño, lleno de confianza, cogió la pelota y la puso en la escuadra. Penalti imparable. 2-0 y a vestuarios. Empezaba la fiesta en el Cartagonova.

En el segundo tiempo apretó el Tenerife, que pudo recortar distancias con un testarazo de Enric Gallego que lamió el poste. Estuvo especialmente incisivo por la izquierda Álvaro Jiménez, quien protagonizó un bello duelo con Iván Calero. A la contra pudo hacer el tercero Jairo, pero Buñuel tapó a tiempo su disparo. Garitano, con su doble cambio en el descanso, cambió el 5-3-2 pero un 4-4-2 que sirvió a su equipo para desplegarse con más criterio y orden. Pero fueron pasando los minutos y, al no llegar el 2-1, el Tenerife sacó la bandera blanca. Arnau Ortiz pudieron hacer el tercero y sumarse a la fiesta. En esos minutos ya se había hecho la ola, coreado con 'olés' los pases de los locales y pedido por megafonía a los aficionados que no invadieran el césped tras el pitido final. Ese era el ambiente. La de una fiesta por la permanencia con aroma a ascenso.