Manuel Sánchez Breis, el pasado miércoles, entre Óscar Clemente y Julián Delmás. Antonio Gil / AGM
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El relato de Breis

Los periodistas no hemos generado una deuda altísima que estrangula al club ni hemos dejado a medio hacer la ciudad deportiva ni elegido como dueño a Fernando Carreño

El FC Cartagena anunció el martes dos concursos para «disfrutar del fútbol y la creatividad», precisó en la nota que colgó en su web, consistentes en el envío por parte de aficionados y simpatizantes de fotografías o relatos breves a un correo del club. La ... iniciativa, que en cualquier otro momento sería bien recibida y tendría recorrido entre la comunidad albinegra, ha sorprendido tanto que muchos pensaron en un principio que era un 'fake'.

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El club lleva dos años sin atender a cuestiones sociales, sin visitar colegios ni asociaciones del municipio, sin colaborar con los veteranos en sus talleres de reminiscencia en las residencias de ancianos y sin dotar de un mínimo contenido a su Fundación. No hay agenda social en un FC Cartagena en el que su presidente decidió desaparecer de la vida pública en septiembre de 2023 y, por eso, casi nadie ha entendido la puesta en marcha ahora de este concurso de fotografía y relatos breves. En medio de la peor crisis deportiva, económica e institucional del Efesé en una década, y con los 9.000 abonados esperando unas explicaciones que se posponen y se posponen en el tiempo, esta iniciativa tiene un punto bizarro difícil de entender y su acogida no ha sido la mejor. Es lógico.

El pasado miércoles llegó el turno de las dos primeras presentaciones del mercado de invierno, Julián Delmás y Óscar Clemente, cuyas impresiones iniciales como jugadores albinegros quedaron completamente opacadas por la salida de tono del director deportivo del club, Manuel Sánchez Breis. Culpó a la prensa, en particular a mí y a LA VERDAD, de que solo acudieran 3.500 personas al encuentro ante el Real Oviedo y defendió su gestión, su implicación en el proyecto desde 2015 y su capacidad de trabajo, mezclando cuestiones profesionales y personales y usando algunos términos gruesos que, en mi opinión, sobraban.

¿Por qué el Efesé vendió a Escandell, Marc, Jansson y Calero y el tope salarial, en vez de subir, bajó más?

Breis es un tipo visceral y comprendo que lleva mucha presión encima. Lo está pasando muy mal, como todos. «Llevo mucho tiempo callado», se quejó. No habla porque no quiere o porque Paco Belmonte no le deja. En LA VERDAD hemos solicitado en varias ocasiones una entrevista con él en los últimos meses y la respuesta siempre ha sido negativa. Breis no habla nunca y la verdad es que le gustaría hacerlo. Y eso es un problema. Así, cuando lo hizo soltó todo lo que llevaba dentro. Descargó todas sus frustraciones y supongo que el chaparrón me tenía que caer a mí, fundamentalmente porque en la sala solo estábamos tres periodistas, dos jóvenes que están empezando en el oficio y quien escribe estas líneas. Los compañeros se quedaron blancos, como Delmás y Óscar Clemente, sentados al lado de Breis y flipando con el calentón de su nuevo jefe.

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«Nosotros somos los mismos. No hemos cambiado. Sois vosotros los que habéis cambiado», me soltó Breis en un momento de su discurso, un relato construido desde su propia burbuja y que no se ajusta a la realidad. Todos hemos cambiado. En casi diez años es lógico que todos lo hayamos hecho. En esta ocasión, por alusiones, voy a referirme a cómo ha cambiado mi percepción sobre la gestión de Belmonte y Breis en los últimos tiempos. El apoyo que ambos han tenido por mi parte no lo ha tenido jamás ningún otro dirigente en el fútbol cartagenero.

No fue un respaldo gratuito ni incondicional. Fue fruto del trabajo bien hecho y de lo que, en mi opinión, era una etapa de crecimiento como nunca antes habíamos visto en el Efesé. Dije en muchas ocasiones que yo era un convencido 'belmontista' y que nunca antes el Cartagena había tenido un presidente como Paco Belmonte, el mejor que yo había conocido. Aquello era muy bueno y merecía ser destacado. Y así lo hice. Hubo, sin embargo, dos cuestiones que me pusieron en alerta. Primero, tras el ascenso de 2020, Belmonte contrató a una agencia de detectives privados para espiar en plena pandemia en su día a día a Santi Jara, Sergio Ayala, Quim Araujo, Markel Etxebarria y Manu Viana, y así forzarles a rescindir su contrato y que dejaran el club. No me gustó, pero entendí que en el fútbol a veces se dan estas situaciones tan desagradables.

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En noviembre de 2021, la Guardia Civil y la Inspección de Trabajo entraron en las oficinas del FC Cartagena porque tenían indicios de fraude en la Seguridad Social por pagos en B y cotizaciones muy por debajo de las cantidades efectivamente percibidas por los futbolistas del equipo albinegro en los años de Segunda B. Aquello se saldó con una multa de 200.000 euros. Tampoco me gustó, pero entendí que en el fútbol a veces se dan estas situaciones tan desagradables. Y, en este caso, el Efesé no fue el único club multado por esos pagos en B que, además, muchos futbolistas veían con buenos ojos.

Cuando Felipe Moreno compró el Real Murcia saltó todo por los aires y ahí tenía que haber acabado este proyecto

Seguimos adelante y fue en el verano de 2023 cuando entendí que todo había cambiado, una vez que Felipe Moreno compró el Real Murcia y abandonó el proyecto del Cartagena. Ahí saltó todo por los aires y en ese momento tenía que haber acabado este proyecto de Belmonte y Breis. Eso hubiera supuesto salir por la puerta grande y, de paso, nos hubiéramos evitado todo lo que ha ido viniendo desde entonces. Vi a Belmonte muy nervioso, excesivamente retador y desafiante, en un acto con empresarios en el Espacio Alviento. Poco después entró en cólera, con un tono parecido al empleado este pasado miércoles por Breis, en una tertulia conducida por el compañero Dani Sánchez para 'Efesista'.

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Después llegó el caso Datkovic, el indefendible mercado estival que empezó con la desacertada apuesta de Belmonte por Víctor Sánchez del Amo para el banquillo y la famosa rueda de prensa del 5 de septiembre de 2023, donde se perdió cualquier posibilidad de reconducir las cosas. Ahí empezó una cuesta abajo que frenó temporalmente Julián Calero. Pero con su salida siguió el hundimiento de un proyecto que todavía no ha tocado fondo y que, obviamente, ya no tiene ningún futuro.

Claro que hemos cambiado. Unos más que otros. Pero la clave de todo es que la gente se siente desamparada y no ha encontrado una sola respuesta en este último año y medio tan duro. Ni una explicación. Nada de transparencia. Ni un guiño a la gente que tanto creyó (creímos) en Belmonte y Breis. Ni un atisbo de autocrítica. Ni el más mínimo interés en restañar las heridas. Nosotros, los pocos periodistas que quedamos cubriendo la actualidad del Efesé, no hemos generado una deuda altísima que estrangula al club. Tampoco somos los culpables de que el Cartagena tenga esta temporada el límite salarial más bajo de Segunda. Ni hemos dejado a medio hacer la Ciudad Deportiva de La Manga Club. No elegimos a Fernando Carreño, a quien nadie conoce y a quien nadie reconocería si esta tarde se da un paseo por la calle Mayor, como dueño de la entidad. No hemos hecho las dos últimas plantillas ni hemos tenido que destituir a dos entrenadores en lo que va de temporada porque este equipo, que iba a ganar muchos partidos según Belmonte, ha perdido 17 de los 24 encuentros que ha jugado. Ojalá fuera nuestra culpa. Sería más fácil que lo fuera.

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Y hay más preguntas. ¿Por qué llevamos seis meses sin poder entrevistar a los jugadores del Cartagena? ¿Por qué no se ha reconstruido la plantilla en este mercado invernal? ¿Por qué hay que entregar de manera obligatoria 8 millones de euros a Duino Inversiones para vender el club? ¿Por qué hay que traspasar ahora a Luis Muñoz y Jairo? ¿Por qué supuso un esfuerzo tan grande tener que viajar el pasado sábado con el equipo a Huesca? Para tranquilidad de Sánchez Breis, apunto que nosotros no estábamos en el sofá de casa rascándonos la barriga, sino en la redacción hasta bien entrada la madrugada haciendo el periódico del día siguiente.

Y dejo dos últimas preguntas que no son mías. Son de dos futbolistas de la plantilla, que en los últimos días me han pedido de manera privada y confidencial una respuesta que yo no puedo darles y que en el club tampoco le han dado. ¿Por qué cada vez tenemos peor equipo y menos dinero para fichar? ¿Por qué vendió el club a Escandell, Marc Martínez, Isak Jansson e Iván Calero y el tope salarial, en vez de subir, siguió bajando?

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