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Sergio Triguero
Cartagena
Sábado, 15 de febrero 2025, 07:44
La inmigración es la principal preocupación de los españoles, mencionada por el 30,4% según el Barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) de septiembre de 2024. Sin embargo, siendo una cuestión que afecta a la seguridad de Europa, y a España en particular por ser frontera con el continente africano, poco se conoce del tema en profundidad, posiblemente porque «el componente ideológico desvía la atención de lo realmente importante, que sería invertir en medios tecnológicos y profesionales y actuar en los países de origen, poniendo coto a un negocio que ya es más rentable que el tráfico de drogas».
Así lo manifestó Luis Mayandía Fernández, comisario jefe de la Unidad Central de Redes de Inmigración y Falsedades Documentales (UCRIF) de la Policía Nacional, que habló este jueves en Cartagena sobre 'Las redes de inmigración ilegal en España'. El acto celebrado en el Centro Cultural Casa Pedreño de la Fundación Cajamurcia sirvió para dar la bienvenida a la segunda edición del Aula de Seguridad y Fuerzas Armadas, iniciativa divulgativa organizada por el diario LA VERDAD con el apoyo del proyecto Caetra de tecnología de defensa y los patrocinios de Fundación Cajamurcia, CT Ingenieros, SAES, el Info y la Autoridad Portuaria de Cartagena.
El director de LA VERDAD, Alberto Aguirre de Cárcer, dio la bienvenida a este acto moderado por el delegado del periódico en Cartagena, Gregorio Mármol, y el general de Infantería de Marina retirado Juan Manuel Orti Pérez. El comisario Mayandía es una de las voces autorizadas en la planificación, coordinación y control de la investigación de las actividades delictivas relacionadas con la trata de seres humanos, el tráfico de personas y la inmigración ilegal en el ámbito nacional e internacional.
«Hemos demostrado que somos el país que mejor conoce los flujos migratorios de su entorno y que está sabiendo actuar en consecuencia con los medios de los que disponemos», sentenció el comisario jefe de la Ucrif, que recordó que son muchos los países europeos y africanos que acuden a España pidiendo información para tratar de contener el problema en el que se ha convertido la inmigración ilegal. Puso el ejemplo paradigmático de Suecia, que hasta hace unos años vivía ajeno a este fenómeno, y ahora comprueba cómo diariamente las mafias rivales, integradas por ciudadanos de origen norteafricano, protagonizan en sus ciudades conflictos muy violentos.
Al mismo tiempo, los países de influencia francófona de una zona de gran inestabilidad política como es el Sahel (cinturón africano en el que viven unos 400 millones de personas en diez Estados) están acudiendo a España para pedir asesoramiento acerca de cómo reforzar sus fronteras para contener el problema migratorio. Es el caso de Mauritania, que tiene que lidiar con miles de personas huidas por las guerras de Mali y de Níger.
¿Y por qué tiene que preocuparnos? «Cuando un país de nuestro entorno o influencia se siente amenazado por la inmigración, nosotros debemos inquietarnos inmediatamente porque estamos hablando de que acabará afectando a la seguridad e identidad de la propia Europa», dijo.
El comisario Mayandía analizó las distintas vías que tienen los países para controlar la inmigración irregular: «O no les dejamos salir, o no les dejamos llegar o les repatriamos cuando llegamos. Son tres opciones, pero la única factible es siempre actuar en origen».
Explicó el experto que las mafias conocen perfectamente la legislación y, cuando son interceptadas las embarcaciones, lanzan a los inmigrantes al agua, pues se convierten en náufragos que hay que atender antes que dar alcance a los delincuentes.
La opción de la repatriación es igualmente complicada, explicó Mayandía, porque «los inmigrantes se acogen a la ley de asilo, que parece hecha por el enemigo, asegurando que proceden de países en conflicto como Mali o Níger. Tras un año y medio esperando la resolución se acogen al arraigo social, regularizando así su situación».
Así, solo queda actuar en origen. «Europa debe entender que las fronteras pueden cambiar, pero no los flujos migratorios, y estos vienen condicionados en la mayor parte de los casos por la inestabilidad geopolítica de zonas en permanente conflicto. Es indispensable, por tanto, ejercer influencia y control en esas zonas, ayudar para que no sean economías de subsistencia y controlar el mensaje de que esto no es la tierra prometida».
Las Fuerzas de Seguridad del Estado español aseguran protección a testigos clave (inmigrantes que aceptan colaborar cuando asumen que han sido engañados por las mafias) que aportan valiosa información. Los análisis operativos se envían a los países de origen con información detallada sobre puertos de salida, formas de actuar de las mafias o cómo los reclutan, pero en muchos casos la respuesta de estos estados no es la esperada, echando al traste todo ese trabajo.
Para el ponente, «la inmigración ilegal se ha convertido en un negocio más rentable que el propio tráfico de drogas». «Un marroquí o un argelino están dispuestos a pagar hasta 14.000 euros por hacer 14 kilómetros de recorrido y alcanzar tierra. Eso si tienen suerte, porque muchos acaban en el mar», aseguró Mayandía, que destacó que incluso hay inmigrantes de segunda y tercera fila. «La vida de un subsahariano que quiere ir a Canarias vale menos que la de un marroquí, que puede pagar 1.500 euros por su trayecto, mientras que un mauritano necesita pagar 4.000 euros por su plaza».
Precisamente, con el objetivo de acabar con estas mafias, Mayandía dejó clara la necesidad de invertir en la seguridad de las fronteras con medios tecnológicos avanzados y más policías nacionales y guardia civil para controlar el flujo migratorio irregular. El actual sistema SIVE de detección que emplea la Benemérita en el mar de Alborán y el Estrecho se ha mostrado del todo ineficaz. Apuesta Mayandía por la tecnología dron, más útil y versátil.
Existen tres zonas donde se concentra el flujo migratorio hacia Europa, siendo la fachada atlántica la que más afecta a España en su conexión con Canarias, y en segundo lugar la del Mediterráneo Central-Occidental, que es la que más influye en las costas de la Región de Murcia.
El pasado año, 63.000 personas entraron en embarcaciones de fortuna por el litoral español de seguridad, marcado por el Mediterráneo occidental (mar de Alborán, Estrecho) y la citada fachada atlántica. Mayandía explicó que siempre se repite el mismo patrón: las mafias tienen como punto de llegada la isla de Ibiza en el caso del Mediterráneo occidental y la isla de El Hierro en la fachada atlántica, por ser puntos de llegada donde existen menos infraestructuras de seguridad.
Por otro lado, el flujo procedente desde el Mediterráneo Oriental, una vez cruza los Balcanes, también afecta a España. «Hemos detectado autobuses que llegan desde Francia con destino a Portugal, pero que se quedan en Madrid», dijo el comisario.
«En España solemos hablar de inmigración poniendo el foco en términos como crisis o invasión, cuando la realidad es otra», aseguró Mayandía. La preocupación creciente por la inmigración irregular entre los españoles y europeos responde en gran medida, según el experto, a intereses creados a partir de lo que ha venido a llamar guerra híbrida y 'poderes blandos'.
En la guerra híbrida, los agentes implicados (fuerzas irregulares y actores no estatales) utilizan medios para desestabilizar y debilitar a un oponente (operaciones cibernéticas, desinformación y propaganda, guerra económica e incluso uso de grupos armados no convencionales para generar caos), mientras que el poder blando se define como la capacidad de un país para influir en otros de forma persuasiva (valores culturales, políticos y políticas de extranjería). El objetivo en ambos casos, dijo, «es generar una opinión que se mete en las raíces de una nación para acabar adoctrinando a la población y debilitando las instituciones». De hecho, «la inmigración ilegal es considerada como una forma de guerra híbrida por nuestras Fuerzas Armadas», aseguró.
No rehuyó Mayandía el debate con los asistentes sobre el papel que juegan ONG como Open Arms. Considera que con la promoción de su labor están invitando a los inmigrantes a ponerse en peligro en el mar y que, por tanto, obstruyen más que ayudan a la hora de solucionar el problema.
El flujo migratorio procedente desde el Mediterráneo occidental e integrado por inmigrantes que parten desde la costa argelina tiene el litoral de Almería como límite, aunque su punto de llegada suele ser Baleares y, en concreto, Ibiza. Las lanchas suben por el litoral y encuentran, especialmente en la escarpada costa de Cartagena, un punto de entrada. Están impulsadas por motores de 150 caballos, lo que hace más difícil poder detenerlas, y aún así, la Jefatura Superior de Policía de la Región de Murcia en colaboración con la comisaría de Cartagena, ha logrado poner a disposición judicial A 80 patrones de embarcaciones de estas 'pateras-taxi', que tras arrojar a los inmigrantes al agua buscan escapar, intentando así romper el ciclo de nuevas llegadas. Los inmigrantes que llegan son alojados en el CATE trasladado recientemente a La Algameca. Por otro lado, el antiguo Hospital Naval de Cartagena acoge el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI), que depende del Ministerio de Migraciones, donde están acogidos en régimen de libertad inmigrantes subsaharianos que llegaron en cayuco a Canarias y que esperan una regularización de su situación en España.
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