Por mucho que prometan los partidos políticos para resolver el problema del agua (pactos, planes y lo que haga falta), existen factores que, a pesar ... del 'ruido', marcan la tendencia. Por un lado la reducción de recursos disponibles para la agricultura debido al cambio climático, a la sobreexplotación de los acuíferos y al recorte del Trasvase. Junto a eso, el agua urbana será cada vez más cara a nivel planetario, aunque en la Región ya nos llevamos la palma.
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Para combatirlo, están las medidas en marcha: incrementar la desalación para compensar en parte la merma del Tajo-Segura y el cierre de pozos; aumentar la reutilización de aguas urbanas (aquí se aplica al máximo) y tecnificar más los regadíos. Todo en un marco de estrés hídrico y de unas pautas de sostenibilidad y ahorro cada vez más estrictas; si bien nuestro territorio ha mostrado un alto nivel de adaptación, ejemplo para muchos.
Dicho esto y sin ánimo de pontificar, dudo mucho que, si gana, el PP detenga la subida de caudales ecológicos del Tajo para evitar el hachazo al Trasvase (solo podría hacerlo el Supremo). Y dudo mucho más de la (imposible) interconexión de cuencas que propugna Vox. De los pactos, ni hablamos. Muchos regantes esperan que a PP y Vox no se les ocurra, si llegara el caso, paralizar el plan de desalación, negociado con el Ministerio hasta el último céntimo. Son lentejas, pero por ahora no hay otra cosa. El agua regresa con fuerza a la campaña electoral, azuzada por aguadores y vendedores de humo.
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