La derrota cosechada en las elecciones generales provocó sudores fríos. Pero la sacudida que vivieron los populares murcianos en la noche del domingo ha generado un vértigo que amenaza con dejar al partido completamente noqueado sobre la lona política. Utilizando el símil futbolístico que tanto le gusta al presidente del PP de la Región de Murcia, Fernando López Miras, la formación que ha gobernado la Comunidad el último cuarto de siglo ha perdido la final que se jugaba en las urnas, y ya no depende de sí misma para mantener la categoría. En este caso, para mantener el sillón del Palacio de San Esteban, sede del Ejecutivo regional. Tras una derrota sin precedentes ante su rival por antonomasia, el PP se ve ahora en la obligación de intentar conservar el Gobierno gracias a una ingeniería de pactos nunca vista en la Región. Y asumiendo que tendrá que claudicar ante las exigencias que le pongan por delante Ciudadanos y Vox, cuyos diputados se hacen imprescindibles para sumar una mayoría estable.
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En el peor de los casos, los populares se ven abocados a perder las elecciones y, además, pasar a la oposición después de 24 años. La goleada. El drama absoluto en la calle González Adalid, sobre todo para un buen puñado de trabajadores del partido que «no han cotizado en otra empresa en toda su vida laboral», reconocía el domingo una afiliada. Un escenario que trae de cabeza a la cúpula del PP regional desde que se conocieran los resultados. Aunque la senadora Violante Tomás tratara de mantener una sonrisa de cartón piedra pasada por agua en la comparecencia del domingo ante los periodistas. Quizá fuera porque no le tocara a ella quedarse toda la noche en una de las habitaciones del hotel Siete Coronas a devanarse los sesos sobre el futuro inmediato del partido. De poco servía en esa habitación echar la vista atrás y lamentarse por los votos que pudieron ser y no fueron. Como los más de 13.000 de Somos Región, el partido del expresidente de la Comunidad Alberto Garre, que «nos habrían sobrado para ganar», seguía calculando ayer un miembro del Gobierno autonómico. Sumas en vano.
1. Los seis diputados que se dejó el PP el domingo se los repartieron entre Vox (cuatro escaños) y Ciudadanos (que arañó a los populares dos más para sumar seis en total).
2. Con los ojos puestos en Cs. El comité de negociación de pactos impulsado en Cs será el que tenga la última palabra sobre los apoyos que brindará el partido en la Región
3. Liderazgo «indiscutible» de López Miras. «Abrir ese melón no nos ayudaría», reconoce un dirigente del PP.
La esperanza de los populares murcianos, según algunas fuentes del PP consultadas por 'La Verdad', está puesta en el comité de negociación impulsado por Albert Rivera para estudiar cada caso con detalle en cada comunidad autónoma. Ayudan las declaraciones que realizaron ayer fuentes de Ciudadanos en Madrid, que indicaron que la «preferencia» de ese comité es llegar a acuerdos con el PP. Las mismas fuentes aseguraron que va a ser «muy difícil, muy complicado» pactar con los socialistas. Inés Arrimadas, pese a todo, no cerró ninguna puerta. Los populares murcianos se frotaban las manos comentando estas declaraciones. Para crear el 'feeling' necesario, Génova decidió ayer crear su propia comisión encargada de negociar los pactos postelectorales, integrada por el secretario general del PP, Teodoro García Egea, el vicesecretario de Organización, Javier Maroto, y la presidenta del PP navarro, Ana Beltrán. Las cartas de la Región de Murcia, al final, se jugarán en Madrid. Para variar.
López Miras se ha pasado toda la campaña pidiendo el voto útil, lanzando dardos a la candidata de Ciudadanos sobre sus supuestos pactos ocultos con el PSOE y esquivando a Vox. Pidiendo «ayuda» a los murcianos en las urnas para formar un gobierno «fuerte y sólido» que al final solo podrá configurar con el apoyo... de Ciudadanos y Vox. Un pacto 'a la andaluza' que tendría que obtener el visto bueno de las tres direcciones nacionales. López Miras ni siquiera esperó a la jornada de la resaca electoral para reclamar su derecho a seguir gobernando con los apoyos que buenamente le quiera prestar el «centro derecha», apelando la misma noche del domingo a una supuesta mayoría de votantes de esa ideología en la Comunidad Autónoma: «La inmensa mayoría de los votantes de la Región de Murcia quiere un parlamento de centro derecha y, la voluntad de esa inmensa mayoría social debería reflejarse también en el Gobierno regional», explicó a los periodistas. La duda en el hotel Siete Coronas, pasadas ya las dos de la madrugada, surgió con la idea de «centro derecha» que tendría López Miras. Porque el acuerdo entre PP (16 diputados) y Ciudadanos (6) -considerándolos como centro derecha- no sumarían esa supuesta mayoría a la que aspira el presidente en funciones de la Comunidad. Como en el pacto 'a la andaluza', el PP necesitaría el apoyo expreso de Vox. O, como mínimo, su abstención. Englobar a los de Santiago Abascal en el espectro del «centro derecha» puede ser el inicio de una bonita amistad entre PP y Vox a los mandos de la Región, aunque en realidad es puro confeti. Del inflamable. Pero cualquier ráfaga de luz supone un verdadero faro en el túnel en el que se encuentra ahora mismo el PP murciano.
A su llegada al Comité Ejecutivo Nacional en Madrid, Fernando López Miras reiteró que hay una «inmensa mayoría social que ha optado en la Región por el centro y el centro derecha», por lo que espera que «no se traicione la confianza de esas personas». Tras dejar claro que el PP obtuvo «uno de los mejores resultados del partido en toda España», advirtió de que el número de votos de esa «mayoría social» supera al número de sufragios cosechado por el bloque de la izquierda. Tal y como recordó la misma noche electoral, «con 16 escaños estamos legitimados para iniciar esos contactos e intentar que el futuro gobierno de Murcia represente esa mayoría social que ha querido la inmensa mayoría de los ciudadanos».
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«Tenemos que sentarnos, tenemos que ver con quién nos sentamos y con quién no», dijo Miras, que es el único presidente de la historia de la Región que puede repetir mandato sin haber ganado un solo proceso electoral, y que hace unos meses ya dejó claro que al PP «no le puede dar miedo» pactar con Vox, cuyo ideario, dijo, «se atiene a la Constitución». El domingo por la noche, frente a decenas de militantes con los ánimos por los suelos, el líder popular quiso arrancar el poco optimismo que quedaba vivo apelando a la «resistencia» ejercida por el PP de la Región «en las peores circunstancias. En la mayor división del centro y el centro derecha, hemos aguantado con tres partidos que se nutrían de nuestros propios votantes». Además, y en un ejercicio de autocrítica, el líder de los populares murcianos, reconoció que el partido había «escuchado el mensaje» de los electores, y garantizó ponerse a trabajar para «recuperar la confianza» de quienes no les habían votado.
Ciertamente, los resultados finales dejaron un sabor agridulce a la parroquia popular, que al principio de la noche aguardaba una tragedia mucho más sangrienta. Se habían perdido las elecciones y casi 30.000 votos respecto a los comicios autonómicos de 2015, sí. Pero los números seguían dando para gobernar, y las candidaturas locales del PP obtuvieron más votos totales que las del PSOE. El mundo, ya se sabe, tiene el color del cristal con que se mira. «Lo que está claro es que somos el partido del centro derecha por antonomasia en la Región», dejaba claro un alto cargo del partido, que tampoco dejaba de sonreír -en plan Violante Tomás- cuando los populares estaban disputando los últimos minutos del recuento electoral más reñido de la historia de la Comunidad.
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La frase, por sí sola, dejaba entrever otra clase de madero al que pretendía agarrarse el partido para sobrellevar un naufragio histórico. Un argumentario para el peor de los escenarios posibles, el que contemplaban las encuestas del CIS (entre 12 y 13 diputados). Una especie de puñetazo en la mesa para Ciudadanos y Vox, que tanta mella hicieron en el granero de votos del Partido Popular en las elecciones generales y que amenazaban con seguir debilitando al partido que ha dominado la Asamblea Regional durante los últimos 24 años. Al final lo consiguieron, en cierta medida, repartiéndose los seis diputados (cuatro para Vox y dos nuevos para Ciudadanos) que se dejó el domingo el PP respecto a las elecciones de 2015, cuando alcanzó los 22 diputados con Pedro Antonio Sánchez como candidato. Ramón Luis Valcárcel dejó una herencia de 33, el techo más alto de la historia de los populares murcianos, que en 2011 obtuvieron casi seis de cada diez votos depositados en las urnas. Un total de 382.871 apoyos que hoy han menguado hasta poco más de 210.771 (el 32,36%). Es decir, el PP se ha dejado por el camino más de 172.000 votos en ocho años, lo que supone una caída del 44,95%. Casi la mitad de los sufragios cosechados en la época de las 'vacas gordas'. Hoy, las únicas 'vacas gordas' que disfruta el partido son las que manda fotografiar el gurú recién fichado por el líder regional, muy activo en esta campaña.
Aunque fuentes del partido insistían ayer en que «no son unos malos resultados», la realidad de los números sí parecían influir en el gesto descompuesto con el que apareció en escena la número 2 de la lista del PP a la Asamblea, Cristina Sánchez, novata en estas lides, que reconocía vivir una sensación «indescriptible». La eterna sonrisa de Sánchez convertida en una mueca desencajada resumía esa sensación. Miras, sin disimular el rostro más circunspecto que se le recuerda, trata ahora de capear la tormenta más violenta registrada en los últimos años en aguas del PP murciano. Se pondrá manos a la obra hoy mismo, en la Junta Directiva Regional que el partido celebra en Murcia. Porque el liderazgo de Miras, al menos de momento, «no se discute» entre las filas populares. Hay cosas más urgentes en las que pensar. En palabras de un peso pesado del PP, «abrir ese melón no nos ayudaría; ahora nos jugamos el todo o la nada».
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Una de las medallas que solía colgarse Ramón Luis Valcárcel era la de presidir el Partido Popular que más apoyos obtenía de toda España, votación tras votación. En 2011 rebasó todos los registros, obteniendo un estratosférico porcentaje de votos del 60%. Ocho años después, el PP de la Región «sigue siendo uno de los más votados del país», sacó pecho el domingo López Miras. Con un 32,36%, Murcia es la segunda región donde más apoyos reunió el PP, solo por detrás de La Rioja.
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