Encuestas

En primer lugar, y siendo conscientes de que la cocina de cada empresa demoscópica es distinta, lo más relevante a la hora de interpretar un estudio es observar la tendencia. Es decir, compararla con la inmediatamente anterior de esa misma casa. Si, por poner un ejemplo ficticio, GAD3 daba 20 diputados al PP hace tres meses y ahora les da 21, lo relevante del estudio es que la tendencia del partido de gobierno es al alza y por tanto los escaños que queden en duda oscilarán hacia su bolsa.

Segundo: la intención directa de voto. Sin cocinar, es el resultado en bruto de lo que dicen los encuestados cuando les preguntan a quién van a votar. Si una encuesta tiene una muestra de 100 personas, la intención directa de voto son las respuestas reales que dicen esos 100, sin recalcular. Sirve sobre todo para ver diferencias de porcentajes mayúsculas entre partidos.

Tercero, la cocina como tal. Para que una encuesta sea válida, las encuestadoras tienen que coger una muestra de votantes idéntica al resultado electoral de la elección anterior. Por ejemplo, si en 2019 el PSOE obtuvo el 30%, en una encuesta de 100 personas, tienen que encontrar a 30 que afirmen haberles votado entonces. Como antes de encuestar es imposible conocer el recuerdo de voto, las encuestadoras 'cocinan' el resultado para ponderar la realidad.

Conclusión: el 28 de mayo, la única encuesta válida.