Cuando Isabel Franco saltó a la palestra, decidida a competir por San Esteban, una de las primeras cosas que quedaron en evidencia de su currículum fue su falta de formación universitaria. Ella convirtió esta carencia en virtud desde su primer mitin, presentándose como una emprendedora hecha a sí misma, una imagen que se funde con el ideario liberal de su partido. Hija de una limpiadora que sacó adelante en solitario a su familia, Franco aprendió pronto a ganarse la vida, costeándose sus estudios de Turismo hasta que los dejó para montar un negocio de hostelería. No funcionó y se pasó al mundo de la comunicación.
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Junto a su perfil de mujer comprometida con la igualdad, su capacidad de comunicación fue clave para la dirección de Ciudadanos, que puso en ella el ojo. Se presentó a unas polémicas Primarias que han terminado en los tribunales, y se lanzó a una dura campaña en la que ha tenido que lidiar con algún escándalo, como el protagonizado por el dimitido número uno de Alcantarilla. Ahora, todo eso queda atrás. Franco ya tiene aquello que buscaba: la llave del Gobierno regional.
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