HOY COMEMOS CON ISABEL

A falta del desenlace, la historia se repite, como hace justo cuatro años. El destino político de la Región de Murcia se decide en una mesa de negociación de Madrid donde unos señores se dedican a cambiar cromos para repartirse el poder autonómico y municipal que quedó sin rumbo ni cetro en las pasadas elecciones. El mercado persa de las autonomías. Vale que dependamos del Gobierno de la nación para toda la intendencia financiera y las inversiones, pero que esa subordinación invada también la escena política regional para decidir en última instancia quién es el presidente de la Comunidad Autónoma suena medieval y un tanto degradante.

El único interlocutor en este concilio de negociadores que conoce la Región es el secretario general del PP, Teodoro García, de quien se presupone que barrerá para casa con el propósito de salvarle el cuello a su colega Fernando López Miras. También le permitiría desquitarse de los malos resultados de las elecciones generales. Si lo consigue, sería un pacto a la andaluza pero con ingredientes murcianos, ya que no habría desalojo del poder de quienes lo han ostentando durante 24 años.

Hay que sacudirse la tutela de la cúpula de los partidos cuando esta se ejerce de una forma tan descarada. Ya somos mayorcitos para decidir con todas las consecuencias, y lo suyo sería hablar y negociar aquí, lo cual no impide que exista una doctrina general que marque los límites y que se arbitren comisiones bilaterales. La fórmula que se pueda adoptar para Madrid, Aragón y Castilla y León no puede ser la misma que para la Región de Murcia porque cada territorio tiene sus singularidades. Tampoco se puede obviar el peligro que supondría dejarlo todo en manos exclusivas de algunos actores locales que solo se miran el ombligo.

Al menos en este primer estadio, los pactos se van a cocinar a distancia desde Madrid. El proceso se ha iniciado dejando en un papel secundario a los líderes regionales, unos más que otros. Por ejemplo, los jefes están recabando información a las delegaciones -vía teléfono y videoconferencia- para hacerse una composición de lugar. Una vez que se elija al compañero de viaje vendrá el ajuste fino, que será, en teoría, cuando Isabel Franco y los suyos se sienten a la mesa con sus nuevos socios para rematar los flecos.

El lunes, los socialistas murcianos vieron una puerta abierta para negociar con Ciudadanos, pero ayer perdieron el entusiasmo cuando el número dos del partido naranja, José Manuel Villegas, recordó los dos primeros mandamientos: el aliado natural es el Partido Popular (aquí hay un 54% de voto de centro derecha), y solo pactarán con los barones del PP que renieguen de Pedro Sánchez. Lo dejó imposible para Diego Conesa. Nada de apoyar al partido más votado, o de desalojar a los incombustibles, ya que esa regla se contradice a sí misma según qué territorio. Total, que en estos momentos López Miras está más cerca de comer con Isabel Franco. Mañana, ya se verá.

Una vez establecido el poder vicario emanado de Madrid, está por ver qué factura pone Ciudadanos en la Región de Murcia, ya que está dispuesto a participar en las instituciones. Ya tiene a sus consejeros preparados. En Castilla y León, por ejemplo, los naranjas quieren la presidencia de esa comunidad. Hace cuatro años desembarcaron en Murcia Fran Hervías y Emilio Argüeso para negociar los términos del pacto de investidura que le dio la presidencia a Pedro Antonio Sánchez, con una lista de condiciones que estuvo precedida por las dimisiones de altos cargos del Partido Popular implicados en casos de corrupción. Se presume que ahora habrá otras cláusulas. Las que afectan al PSOE ya están marcadas. Y las que impliquen al PP no tardarán en conocerse. Empieza el baile.