Dícese del que es bueno apostando y que sale, casi siempre, victorioso usando sus habilidades. Para mí que refleja a la perfección lo que podemos ... observar del presidente del Gobierno. Que sepamos, siempre le han salido bien las apuestas políticas que ha hecho, con la excepción de los comicios de noviembre de 2019. Pero el resto ha sido un no parar de lograr, al menos aparentemente, sus objetivos. Y sobre lo que no hemos de tener ninguna duda es que con Sánchez de presidente es como vivir en una montaña rusa de emociones sin par, ¿o no?
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Aunque parece que no es lo que toca, sería conveniente que nos preguntásemos las razones del descalabro socialista, sobre todo medido en pérdidas de poder institucional. Tendremos que esperar a las encuestas rigurosas para conocer un poco los motivos, pero como hipótesis podemos manejar varias explicaciones. La primera está relacionada con los segmentos de población para los que ha gobernado, o al menos que así se ha percibido. Es evidente que ha dedicado muchas políticas a los sectores más afectados por las sucesivas crisis. Pero en el camino se ha dejado a la numerosa clase media-media que se ha visto afectada negativamente en sus condiciones de vida, o al menos lo han percibido de tal forma. Y esa clase media, que a veces vota izquierda o derecha y que también se abstiene, es determinante para ganar elecciones. También han sido muy importantes algunas de las medidas que el Gobierno ha tomado en términos de valores, aunque la cuestión es: ¿se vota teniendo en cuenta los valores cuando la situación económica no es de bonanza? Tampoco es posible olvidar las decisiones que no se han molestado en explicar, una lista significativa, y hay un sector de la población que tiene buena memoria. Pero ahora parece que la urgencia es intentar entender las razones de convocarnos a votar cuando estemos inmersos en los 45 grados a la sombra, cuestión que, por cierto, todavía no hemos estudiado en la Ciencia Política.
Primera posibilidad. Evitar que el PSOE pierda todavía más apoyo y se quede muy lejos de los 120 diputados que tiene en la actualidad. Alguna simulación se ha hecho ya y, con los datos de este domingo, no sería una hecatombe para el socialismo, aunque sí para el otro integrante del Gobierno.
Segunda. En clave interna del PSOE. Evitar que el proceso de fagocitarse unos a otros en el socialismo empiece a la voz de ya y que eso implique, además, exigir la renuncia del propio Sánchez como presidente del Gobierno y también secretario general del PSOE. Si en julio el PSOE es la primera opción de los españoles, se acabaron los cuestionamientos. Y si el resultado no es demasiado malo, Sánchez puede pilotar el cambio en su partido. Todavía está presente en la memoria la dimisión de Almunia.
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Tercera. Plantear ahora de forma totalmente explícita el «después de mí, el diluvio», que dicen que dijo, allá por el siglo XVIII, un rey francés, Borbón para más señas. Una de las evidencias que se visualizan es que el PP necesitará, en muchas ciudades y autonomías, el concurso del partido de la ultraderecha. Bien con su abstención, bien con su voto activo. Ese será el diluvio. Para muchos votantes no hay una gran diferencia entre el PP y el de ultraderecha. Pero eso es un autoengaño. Semanas de gobiernos populares sustentados por Vox nos mostrarán que los arrebatos del vicepresidente de Castilla y León son una mera anécdota. Una formación, Vox, que es relevante como nunca y que pretende serlo más en las próximas elecciones generales, tenderá a exacerbar su discurso, si eso es posible. Este hecho puede convertirse en un elemento de movilización extrema para los votantes de izquierda. O al menos a eso parece que juega el presidente del Gobierno. Pero esto es muy arriesgado. Los estudios no parecen mostrar mucho rechazo hacia el partido de ultraderecha, como sí ocurre en otros países. Quizás se los ve como los hermanos pequeños del PP. O se los percibe como los matones que pierden toda la fuerza por la boca. Craso error. Defienden una sociedad guiada por principios intolerantes. Imagino que el PP dilatará hasta después de las elecciones de julio la realización de pactos de gobierno con Vox, aunque ¿quién conoce las urgencias de los populares por tocar poder?
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