No hay tiempo que perder, debió pensar Pedro Sánchez, y abrió ayer 'de facto' la campaña electoral con una arenga a sus diputados, a los que situó en el centro de una especie de cruzada contra una ola reaccionaria mundial representada en España por las « ... derechas extremas» de PP y Vox. Un discurso desprovisto ya de toda pátina institucional que fue asumido a la velocidad del rayo por la ministra Ribera, que horas después alertaba por Twitter contra los esfuerzos de Vox por cambiar o derogar la ley del Mar Menor.

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Las urgencias del PSOE tras la debacle del pasado domingo, que le obligan a movilizar desde ya a la izquierda con un discurso más combativo e ideológico, no parecen alterar de momento los biorritmos del PP regional, que recibió el martes en Madrid el visto bueno de Feijóo para gestionar desde aquí la conformación del Ejecutivo regional y los ayuntamientos.

De momento, López Miras no parece muy nervioso con los globos sondas de Vox dado que es bastante inverosímil que la formación de Abascal termine por bloquear su investidura antes del 23-J o fuerce posteriormente unas nuevas elecciones autonómicas. Vox ha crecido mucho en respaldo, pero no lo suficiente como para gobernar en ningún municipio, a no ser en coalición con el PP. Su fuerza real para condicionar ejecutivos municipales, donde prima el criterio de la lista más votada si no hay mayoría, se limita a Molina, Puerto Lumbreras, Cieza y Las Torres de Cotillas.

Miras dejó claro ayer ante la Junta Directiva del PP que aspira a formar gobierno antes del 23-J sin dar entrada a Vox. Lo que no dijo que hará, pero lo hará, será amarrar el control de la actividad en la Asamblea Regional, puesto que el PP no está dispuesto a ceder ninguno de los tres puestos que le corresponden en la Mesa, siendo los dos restantes para el PSOE.

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