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María Ramírez
Lunes, 1 de julio 2024, 09:13
El exorbitante coste del alquiler invita a optar por pisos compartidos. Esta tendencia se ha consolidado tradicionalmente entre los jóvenes, quienes aspiran a dar su primer paso hacia la emancipación sin tener que asumir íntegramente el gasto de una vivienda individual. La realidad es que vivir bajo el mismo techo, además de aliviar el bolsillo, brinda la oportunidad de conocer a nuevas personas, aprender de sus experiencias y desarrollar habilidades de convivencia.
Con el transcurso de los años, la edad del segmento que recurre a este modelo ha sufrido un notable incremento. Ya no es una opción planteada exclusivamente entre los estudiantes o aquellos que acaban de emprender su camino profesional, sino que también es una fórmula demandada entre los que cuentan con una mayor independencia económica. Todo ello surge de un contexto en el que el precio de los inmuebles se ha disparado y la inflación ha encarecido el día a día, entre otros factores.
A pesar de las cuantiosas ventajas económicas y sociales de compartir, lo cierto es que no está exento de problemáticas. La gestión de las dinámicas personales, la distribución equitativa de responsabilidades domésticas y la resolución de conflictos suelen ser los principales desafíos. Sin embargo, hay un aspecto que puede hacer saltar por los aires la armonía del hogar: el impago del arrendamiento.
La clave está en el contrato que todos los residentes han firmado. Lo habitual es que exista un único documento en el que figure el nombre de todos los inquilinos. Como explica pisos.com, de ser así, se está firmando un contrato solidario, lo que implica que la mensualidad se aporta conjuntamente. De este modo, si alguien no abona su parte, el resto debe asumir la deuda para evitar que el propietario inicie un proceso judicial que acabaría en desahucio.
Por otro lado, el contrato puede ser mancomunado, lo que significa que cada habitante dispone de su propio documento y tan solo es responsable de su pago, que lo ingresará de forma individual al arrendador. En este sentido, si hay un impago por parte de uno de los inquilinos, el dueño podría tomar medidas legales tan solo contra ese individuo, sin involucrar a los compañeros.
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